El ‘Tesoro del Delfín’ tiene su origen en la afición por el coleccionismo que se despertó en la Europa de la Edad Moderna y que se manifestó especialmente mediante la creación de los llamados gabinetes de curiosidades y cámaras de maravillas, donde se atesoraban piezas de gran valor que por su exquisitez, rareza o exotismo se convirtieron esencialmente en imágenes propagandísticas del prestigio y poder de sus poseedores. Su estima llegó hasta el punto de ser su tasación bastante mayor que la de otras obras de arte, como cuando en el inventario realizado tras la muerte de Felipe II el precio de varios objetos de cristal de roca fue cinco o seis veces superior al de algunas de las pinturas más famosas de Tiziano, Sánchez Coello o el Bosco. 

En este caso concreto, el conocido como ‘Tesoro del Delfín’ o, más antiguamente ,‘Alhajas del Delfín’, es un conjunto suntuario único en España que puede compararse a los de otras colecciones regias europeas, tanto por su carácter artístico, como por la nobleza de sus materiales –lapislázuli, ágata, jaspe, jade o cristal de roca– y la belleza de sus guarniciones de oro y plata –a veces esmaltadas y enriquecidas con diamantes, rubíes, esmeraldas y otras piedras preciosas–. Fue heredado por Felipe V tras la muerte de su padre, el Gran Delfín Luis de Francia (1661-1711), que lo había reunido siguiendo el ejemplo del ‘Rey Sol’ Luis XIV, de quien a su vez era hijo. El lote enviado desde París llegó a la capital de España en 1715 y fue posteriormente trasladado al nuevo palacio de La Granja de San Ildefonso, donde permaneció almacenado durante décadas en la llamada “Casa de las Alhajas”, salvándose así del incendio del Real Alcázar de Madrid acaecido en 1734. Constaba de 169 piezas de muy distinto origen y datación, incluyendo obras de la Antigüedad y la Edad Media, aunque en él son predominantes las ejecutadas en la corte francesa durante los siglos XVI y XVII. Asimismo, de esta última centuria cabe destacar un juego de café japonés de madera lacada en rojo y enriquecida con guarniciones parisinas en oro, para el que Luis de Francia encargó un estuche con sus armas heráldicas.

Precisamente, el carácter excepcional de esta nueva exposición del Museo Nacional del Prado estriba en que presenta por primera vez al completo “el otro Tesoro”, es decir, el conjunto de los estuches diseñados ex profeso entre los siglos XVI y XVIII para preservar, facilitar el recuento y proteger en caso de traslado las piezas integrantes del ‘Tesoro del Delfín’. Son, por tanto, ejemplares únicos de gran lujo y de factura principalmente italiana, centroeuropea y francesa, que se abrían exclusivamente en aisladas ocasiones de gran solemnidad. Sumando a la circunstancia de su buen estado de conservación el hecho de que son escasas las instituciones que atesoran estuches de obras suntuarias, puede comprenderse la relevancia de esta colección del Museo Nacional del Prado en el panorama artístico internacional. 

Concretamente, en la muestra se exhiben 101 ejemplares dentro de la sala LX del Edificio Villanueva, a los que deben añadirse los 23 que de forma permanente pueden contemplarse en la llamada Sala del Tesoro del Delfín. Museográficamente los estuches se han dispuesto en dos vitrinas que posibilitan apreciar su número, variedad y riqueza. Algunos se encuentran abiertos junto a la obra para la que fueron concebidos, de tal modo que puedan advertirse las características de su diseño técnico; sin embargo, otros se encuentran en posición invertida, permitiendo descubrir los motivos decorativos que se encuentran en sus bases –frecuentemente una mosca, aunque en ocasiones aparecen lises, gallos, florones e incluso una figura alada– y que podrían favorecer la identificación de posibles autores, talleres o coleccionistas. 

En cuanto a su estructura interna, puede comprobarse cómo estos contenedores se desmontan separándose en dos partes unidas por un sistema de aldabillas metálicasSu alma es de madera forrada de paño de lana roja o, a veces, de gamuza, seda o terciopeloEl exterior se reviste en algunos casos de brocados o terciopelos, aunque en su mayor parte los estuches aparecen recubiertos de tafilete, un tipo de piel fina, satinada y lustrosa teñida de rojo que, por lo general, se decoraba con motivos dorados que aluden a la monarquía francesa y a su heredero –lises, delfines o el escudo del Gran Delfín–. A veces se reproducen los collares de las órdenes francesas de San Miguel y del Espíritu Santo, además de otros elementos decorativos similares a los empleados en encuadernaciones. Justamente en el inventario de 1746 –el que se considera el primero estructurado correlativamente– se describe cada pieza junto a su estuche, denominándose este, según los casos, “Caja de tafilete”, “felpa” o “terciopelo”, etc., de diferentes colores –aunque en 1776 solo se recurre al término “caja”–.

A lo largo del tiempo, algunas de las obras del Tesoro sufrieron cambios o recombinaciones de sus elementos. Además, el Tesoro del Delfín ha afrontado diversas vicisitudes históricas desde su llegada a Madrid en el siglo XVIII, entre las que cabe destacar las siguientes:

1776. Dada su excepcional singularidad mineralógica –no artística–, Carlos III decidió trasladar el Tesoro del Palacio de La Granja al recién inaugurado Real Gabinete de Historia Natural

1813. Durante la Guerra de la Independencia las tropas francesas lo expoliaron y enviaron a París sin la protección de los estuches. Dos años después fue devuelto al Real Gabinete, aunque con importantes deterioros y el extravío de varias piezas que nunca se han localizado. 

1839José de Madrazo, Director del Museo del Prado –entonces denominado Real Museo de Pintura y Escultura– solicitó el depósito del Tesoro del Delfín junto con sus estuches, alegándose ahora su valor histórico-artístico frente al mineralógico. De esta forma, las Artes Suntuarias pasaron a integrar la colección de la entidad museística veinte años después de su inauguración.

1867. El Tesoro se expuso en dos grandes vitrinas en la Galería Central, el lugar más emblemático del Museo. En una se dispusieron las piezas de cristal de roca y en la otra las realizadas en piedra de color. Los estuches, sin embargo, nunca fueron exhibidos

1918. Desaparecen del Museo varias obras del Tesoro a causa de un robo interno, siendo desmontadas otras y arrancadas numerosas guarniciones, sobre todo asas, bases y remates de oro para su venta al peso.

1935. Los estuches son enviados a la nueva sede del Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid en la calle Montalbán. 

1937. Durante la Guerra Civil, los estuches fueron devueltos con urgencia al Museo del Prado para proteger las obras del Tesoro del Delfín que, dado su carácter excepcional, se trasladó a Ginebra junto a las grandes obras maestras de la pinacoteca. Tras el conflicto bélico y sin tener que lamentar daños, la mayor parte de los estuches se depositó nuevamente en el Museo Nacional de Artes Decorativas hasta 2017.

1989. Se inaugura una sala acorazada en el sótano del edificio Villanueva para la exposición del Tesoro del Delfín. 

2018. Con el fin de integrar el Tesoro en el recorrido de la visita del museo, se diseña ex profeso con los máximos requerimientos técnicos una vitrina curva de 40 metros que se ubica en la planta segunda norte, pudiéndose ofrecer así la visión más completa del Tesoro del Delfín desde hace más de doscientos años. En ella se han mostrado juntos por primera vez algunos estuches y las piezas que albergaron, explicándose visualmente, además, su vinculación con obras desaparecidas o deterioradas cuya forma original reflejan de manera clara. Y es que al evocar su disposición la de las obras originales, estas se logran reconstruir al margen de las modificaciones, daños o pérdidas que han sufrido con el tiempo. Incluso se ha conseguido una mayor información acerca de las obras perdidas durante la Guerra de la Independencia o en el robo de 1918, y de las que solo se tenía constancia a través de los antiguos inventarios.

Letizia Arbeteta inició el estudio y divulgación de los estuches del Tesoro del Delfín en 1991, llegando a identificar y a relacionar cada estuche con su pieza correspondiente en su tesis doctoral de 1999, publicada por el Museo del Prado en 2001. Sus propuestas de catalogación continúan siendo las más probables en función de los datos conocidos hasta el momento. (Fuente: Museo Nacional del Prado)

El otro Tesoro: los estuches del Delfín
Del 9 de marzo al 13 de septiembre de 2020
(Hasta el 10 de enero de 2021)
En el Museo Nacional del Prado, Madrid
Más información en: www.museodelprado.es

Un comentario sobre “El otro Tesoro: los estuches del Delfín (Prorrogada)”

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