“He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio,
tras las murallas viejas
de Soria –barbacana
hacia Aragón, en castellana tierra–”.
Antonio Machado
Campos de Soria, VIII

Recorriendo la ribera del Duero, ese “arco de ballesta” que en palabras del poeta Antonio Machado resguarda junto con los cerros del Mirón y el Castillo la ciudad de Soria, se llega a la Ermita de San Saturio. Hasta ella conduce una agradable senda junto al río que discurre sereno y apacible flanqueado por frondosas alamedas. Su curso es testigo del paso de la historia y atesora en sus márgenes otras grandes obras como el artístico claustro de San Juan de Duero (siglos XII-XIII). No es de extrañar que este lugar propicio para la contemplación y la introspección haya inspirado a grandes poetas y escritores, protagonizando los citados versos de Machado –quien de hecho afirmó en 1932 “Soria es una ciudad para poetas”–, pero también los de Gerardo Diego, Bernabé Herrero, Aurelio Rioja, así como la prosa de Gustavo Adolfo Bécquer, Juan Antonio Gaya Nuño o Fernando Sánchez Dragó.

Soria recuerda y honra a sus literatos, tanto es así que en ella se puede visitar el Museo de la Casa de los Poetas, además de proponerse al visitante un itinerario que le permite seguir las huellas del insigne autor sevillano en la conocida como Ruta Machadiana. Justamente, uno de sus puntos destacados se sitúa poco antes de la entrada a la gruta que da acceso a la ermita de San Saturio donde, en remembranza del homenaje que allí se le rindió el 5 de octubre de 1932, una placa señala el Rincón del Poeta Antonio Machado y se citan sus versos “¡Gentes del alto llano numantino/ que a Dios guardáis como cristianas viejas,/ que el sol de España os llene/ de alegría, de luz y de riqueza!” (Campos de Soria, IX).

Y es que Soria se muestra orgullosa de su patrimonio histórico, artístico, natural y religioso, de cuyo conjunto la ermita de San Saturio constituye un preciado testimonio.

El templo, ubicado en una escarpada ladera de la Sierra de Peñalba –conocida como Santa Ana–, es una construcción barroca que se alza en el lugar donde anteriormente había existido un oratorio medieval dedicado a San Miguel, cuyo origen aparece ligado a la repoblación de Soria y cuya existencia está documentada ya en el año 1148. Esta ermita conocida como San Miguel de la Peña pasó a llamarse posteriormente San Saturio dado que, según cuenta la tradición, fue levantada sobre la cueva que en el siglo VI había elegido dicho noble soriano para, una vez fallecidos sus padres y tras haber entregado sus bienes a los más necesitados, retirarse del mundo y llevar una vida eremítica honrando a San Miguel, a quien habría erigido un pequeño altar en la gruta. De hecho, a mediados del siglo XVI el templo fue reparado y es de por aquel entonces de cuando datan las primeras referencias documentales de la presencia de los restos del santo en la ermita, tal y como reflejará algo más tarde, por ejemplo, Ambrosio de Morales en su Crónica general de España (1577). La ruina de este oratorio obligó en 1694 a tomar la decisión de edificar un nuevo templo, recayendo la dirección de las obras en Julián y Domingo Izaguirre, que construyeron la ermita entre 1699 y 1703 según proyecto de Pedro de Aguirre y Loreaga, procediendo de Nuestra Señora de Calatañazor parte de la piedra empleada en la fábrica.

Inicialmente solo se podía alcanzar la ermita por una escalera exterior que conducía directamente a la entrada de la edificación salvando el desnivel del roquedal. Esta escalinata, tal y como hoy la vemos, es la denominada “escalera del portugués”, que fue llevada a cabo por Pedro de Arce en 1703 según traza de Francisco de Hermosa. Pero además, en la actualidad existe una segunda alternativa: traspasando la reja de entrada a unas grutas rupestres se inicia un recorrido de ascensión en parte excavado en la roca que permite al visitante acceder a la sacristía y a la capilla de la ermita después de haber atravesado una serie de espacios dedicados al culto, a vivienda del santero y a lugar de reunión de diferentes agrupaciones locales.

Siguiendo esta segunda ruta, se abre primeramente un impresionante escenario rocoso en el que las distintas aberturas al exterior se convierten en contrastadas y efectistas fuentes de luz, espacio donde se halla la cueva que la tradición atribuye a San Prudencio y en cuyo fondo destaca la vidriera que representa las enseñanzas que este santo –hoy patrón de Nájera y Álava– recibiera de San Saturio. Desde aquí se accede a la Sala del Cabildo de los Heros donde, en un espacio sobrealzado de planta cuadrangular cuyo perímetro rodea un banco corrido de piedra decorado con monumentales balaustres, se celebraban las juntas de esta hermandad de carácter agrícola. El busto del santo que puede contemplarse adosado a la pared fue realizado por Rafael Quiles, discípulo de Mariano Benlliure.

Se piensa que este espacio podría datarse hacia mediados del siglo XVIII, siendo probablemente contemporáneo de la escalera de piedra que José de Oñaederra realizara en 1748 para comunicarlo con la inmediatamente superior capilla rupestre de San Miguel, que en origen solo podía alcanzarse descendiendo desde la ermita. Esta obra implicaba, por tanto, la habilitación de una cómoda vía interna de entrada a la capilla que desde entonces ahorraría a los fieles la subida al templo por la escalinata exterior.

En esta capilla de San Miguel una pequeña figura del arcángel preside el lugar donde, tal y como indica la lápida allí depositada, San Saturio recibió sepultura de manos de su discípulo. Cuenta la leyenda que cuando San Prudencio llegó frente a la cueva pudo cruzar el Duero extendiendo su capa sobre las aguas, milagro por el que San Saturio decidió acoger al joven, que por entonces contaría 15 años de edad. Tras la muerte del anciano siete años después, San Prudencio se dedicó a la predicación, llegando a ser años más tarde obispo de Tarazona.

Continuando la ascensión y antes de llegar a las salas del Ayuntamiento y del Cabildo, el visitante puede disfrutar de dos espacios museísticos abiertos al público en 2010 en el marco del Plan de dinamización turística del Ayuntamiento de Soria: la sala temática de San Saturio, de carácter didáctico acerca de la historia de la ermita, su valor patrimonial y su entorno; así como la recreación de la casa del santero, espacio que se cree concebido por Pedro de Aguirre, aunque su construcción no finalizase hasta casi terminado el siglo XVIII. 

Fue la del santero una figura cuya existencia se remontaría al siglo XVI y cuya labor era ocuparse del mantenimiento, cuidado y apertura de la ermita, pidiendo limosna por la ciudad y participando en la procesión el día de San Saturio. En efecto, el santero vestía sayal como los frailes y su aspecto físico, a menudo calvo y con larga barba, recordaba al que se atribuía al santo titular de la ermita. El crítico de arte y ensayista soriano Juan Antonio Gaya Nuño (1913-1976) lo inmortalizó en su primera novela, la satírica El santero de San Saturio (1953). Asimismo, fotografías del Archivo Histórico Provincial de Soria aún retratan al santero en 1975.

Superando un nuevo tramo de escaleras, se alcanzan las mencionadas salas del Ayuntamiento y del Cabildo, destacando en esta última la serie pictórica de La creación (siglo XVIII). Finalmente, se llega a la ermita propiamente dicha, pudiéndose visitar en primer lugar su sacristía, donde destaca el retablo barroco tallado en madera de nogal sin policromar por Ignacio Ibáñez y Antonio Mateo en 1732, y en cuyo centro puede admirarse un Cristo crucificado del siglo XIV.

La capilla es de planta octogonal, estando sus muros y cúpula totalmente decorados por frescos en su mayor parte obra de Juan Zapata Ferrer, del que se conoce que fue probablemente sacerdote y discípulo de Luca Giordano y de Palomino, y al que se le atribuyen algunos lienzos de la Concatedral soriana de San Pedro. También habría trabajado en la Catedral de El Burgo de Osma y en provincias limítrofes. En el retablo mayor se halla la imagen-relicario de San Saturio, sufragada por la ciudad y el cabildo en 1813. Las reliquias del santo se encuentran repartidas entre la arqueta colocada bajo su busto, su imagen-relicario y el relicario de la capilla de San Saturio de la Concatedral de Soria. Cabe señalar a este respecto que San Saturio se convirtió en patrón de la ciudad el 2 de octubre de 1628 –fecha en que se celebra su festividad–, aunque no fue canonizado hasta 1743 por decreto papal de Benedicto XIV. Por otra parte, San Miguel también aparece representado coronando el retablo mayor de esta capilla de la ermita de San Saturio, en recuerdo de su santo predilecto.

En cuanto a la sorprendente decoración pictórica, los frescos cubren enteramente los muros de la capilla narrando episodios de la vida de San Saturio: la repartición de sus bienes, su devoción a San Miguel, la superación de las tentaciones, su labor de predicación, el milagro de la capa de San Prudencio y la educación del joven, su entierro y canonización. Por otra parte, este programa iconográfico se completa en la cúpula con la representación de escenas inspiradas en la vida anacorética y la resistencia a la tentación. Así, en cada uno de los ocho plementos superiores figuran El demonio tentando a Jesucristo en el desiertoSan Juan BautistaSan Jerónimo mortificándoseLas tentaciones de San Antonio AbadSan Onofre a punto de recibir la visita de San PafnucioSan Benito leyendo su Regla a miembros del clero regular –donde se autorretrata el propio Zapata– y San Juan Evangelista, cuya autoría se ha atribuido a José Martínez de Santa Cruz, quien también habría representado la canonización de San Saturio.

Desde la portada exterior de la ermita, conformada por un arco de medio punto apoyado en pilastras y rematado por entablamento y frontón partido, se abandona la ermita, pudiéndose entonces descender por la escalinata del siglo XVIII hasta el punto de partida –que será origen para el visitante, sin duda, de nuevos recorridos por la ciudad de Soria–.

El 24 de Septiembre de 1979 fue incoado el expediente para la declaración de la ermita de San Saturio como Bien de Interés Cultural