Jarrón de flores y guirnalda de frutas (detalle).

Tras el fallecimiento del coleccionista Hans Rudolf Gerstenmaier el pasado mes de enero, la muestra itinerante De Rubens a Van Dyck: pintura flamenca en la Colección Gerstenmaier se detiene por última vez en Sevilla antes de que sus obras pasen a integrar los fondos del Museo de Bellas Artes San Pío V de Valencia, al que han sido legadas testamentariamente –cabe recordar que hace dos años Gerstenmaier ya había donado otras once obras al Museo del Prado–. Así pues, la Fundación Cajasol acogerá durante estos próximos dos meses la citada exposición temporal, en un intento, según su presidente Antonio Pulido, de acercar “a nuestra tierra exposiciones de gran prestigio (…), unos contenidos culturales de primer nivel que deben ayudar a recuperar esta importante industria tan golpeada por la pandemia”. Por su parte, la comisaria Marisa Oropesa ha hecho hincapié en la generosidad de Hans Rudolf Gerstenmaier, enfatizando la belleza de la colección artística que reunió durante su vida –desde que en 1964 creara su empresa de suministros de recambios para vehículos Gerstenmaier S.A–. La muestra sevillana estará abierta en la Sala Velázquez de la calle Álvarez Quintero hasta el próximo 27 de junio, de lunes a sábado, de 11 a 14h y de 17 a 20h. A continuación, nos sumamos al reconocimiento de la figura de Hans Rudolf Gerstenmaier recuperando la crónica publicada durante la exhibición de su colección de pintura flamenca en el Museo Art Nouveau y Art Déco – Casa Lis de Salamanca, un conjunto que estos días podrá admirarse nuevamente en la capital sevillana.  

Única en su género

Desde el pasado 28 de febrero y hasta el próximo 19 de mayo de 2020 permanecerá abierta al público en el Museo Art Nouveau y Art Déco – Casa Lis de Salamanca la muestra temporal De Rubens a Van Dyck. La pintura flamenca en la Colección Gerstenmaier, la que su comisaria Marisa Oropesa ha calificado de “exposición única en su género, perteneciente a una colección de pintura flamenca que, entre las españolas, quizás sea la más importante”. Así, las obras reunidas abarcan más de dos siglos de la historia del arte en Flandes, tomando como referentes a los grandes maestros Pieter Paul Rubens y Anton van Dyck, aunque demostrando que, como observa Oropesa, entre ellos hay “un gran elenco de maravillosos artistas flamencos como Momper o Brueghel”. Además, todas estas pinturas y grabados llegan a la capital salmantina en “un momento muy especial en el que se celebra el 25º aniversario del Museo Casa Lis, uno de los más visitados de toda Castilla-León y para el que es muy importante recibir esta colección única”, insiste Marisa Oropesa, quien anima a todas las personas interesadas “a acercarse para disfrutar y gozar con esta extraordinaria exposición”. De hecho, la inauguración de la muestra, a la que asistió el propio coleccionista Hans Rudolf Gerstenmaier y parte de su familia, contó con la presencia del alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo, y del director del Museo Casa Lis, Pedro Pérez Castro. Durante la ceremonia grandes promesas del Conservatorio Superior de Música de la ciudad ofrecieron un breve concierto con piezas como Belli occhi, de Frescobaldi, y Damigella tutta bella, de Monteverdi, excepcionalmente interpretadas por Miguel Domínguez y Pablo Garabaya.

Personalidad propia

En lo que al arte pictórico se refiere, la muestra se articula en torno a los diferentes géneros cultivados por los artistas flamencos de la Edad Moderna, desde la pintura religiosa a la mitológica, pasando por el retrato, el paisaje, el bodegón y la pintura de flores. A este propósito María Toral, colaboradora en las tareas de comisariado, ha elogiado la distribución del espacio expositivo ofrecido por el Museo Casa Lis, que ha posibilitado diferenciar claramente todos esos géneros. Así, al placer de trabajar con tan señalada institución salmantina, Toral añade la satisfacción por el resultado del montaje, asegurando que el lugar “es uno de los sitios del mundo donde más bonita ha quedado la exposición”. No hay que olvidar que la colección Gerstenmaier ha viajado por España, Francia, México, Chile o Perú y “cada vez que se monta es una exposición nueva”, hecho al que se suma la circunstancia de tratarse de una colección que “varía mucho al ir Gerstenmaier completándola y aumentando su calidad constantemente”. En consecuencia y a pesar de las exigencias del espacio, “lo bueno de esta colección es que permite que cada sitio tenga su propia personalidad” y, en este sentido, para el Museo Casa Lis se ha llevado a cabo una “selección especial” que ha logrado “un equilibrio” y “una armonía” evidentes entre las obras y las salas donde se exhiben.

El género del bodegón, acto revolucionario

En concreto, de los géneros pictóricos representados en esta exposición María Toral subraya la importancia del bodegón, muchas veces denostado por creerse “clásico” o “academicista” cuando en realidad consiste en “un acto de rebeldía de los pintores flamencos” frente a la demanda de pintura religiosa imperante en el mercado del momento. De este modo, historiográficamente la exposición tiene el valor de reivindicar “la aparición del género del bodegón como un género propio”, un fenómeno que hizo de los flamencos “unos revolucionarios”, no solo en cuanto a los colores o texturas, sino también en lo relativo a los temas de sus cuadros, véase asimismo el caso de la pintura mitológica. 

Sea como fuere, de las tablas, lienzos y grabados que podrán contemplarse estos próximos meses en Salamanca, Toral destaca la Naturaleza muerta de Jan Van Kessel ‘el Viejo’ –“una de las obras más grandes que se conocen en su producción artística”–, además de la “maravillosa” Virgen de Cumberland, donde Pieter Paul Rubens retrató a su segunda mujer y a su hijo y que Marisa Oropesa coincide en considerar “de una belleza increíble, uno de los cuadros más bellos de la exposición”. Entre otros nombres de autores significativos en la muestra de la colección Gerstenmaier, María Toral también resalta los de Frans Francken II, Martin de Vos o Jan Brueghel ‘el Joven’, aunque reconoce su dificultad para decantarse por alguno de ellos, confesando que “personalmente es un tipo de pintura que me apasiona”.

Entre las naturalezas muertas llama particularmente la atención el carácter innovador del Bodegón con jamón y jarra de gres de Flandes, de Willem Gabron, tanto por el motivo representado como por la técnica pictórica aplicada, véase su fondo neutro de gran modernidad. Esta obra testimonia la transformación experimentada en Flandes por el género de la naturaleza muerta que, de una opulencia iconográfica asociada a un mayor coste de la obra –se tiene conocimiento de los encargos de bodegones que Rubens realizó a otros compañeros pintores para decorar su propia casa–, evoluciona hacia una mayor sencillez, en la línea de la sobriedad del bodegón español que ejemplifica especialmente la producción de Francisco de Zurbarán. 

Reconocimiento artístico del paisaje

Tampoco hay que pasar por alto el paisaje, un género que, en palabras de Marisa Oropesa “estaba en segundo plano y, al igual que ocurre con el bodegón, gana presencia y comienza a considerarse gracias a la pintura flamenca, recibiendo su denominación cuando Durero reconoce como arte de paisaje un maravilloso Patinir, uno de los más grandes paisajistas”. En efecto, entre los cuadros más destacados de la exposición se encuentra el titulado Paisaje de montaña con mulas, realizado por Joost de Momper ‘el Joven’ y Jan Brueghel ‘el Viejo’ y donde las figuras que aparecen dispersas en primer término encuadran una inmensa lejanía en la que la nitidez de los detalles se difumina a medida que el relieve asciende progresivamente hasta culminar en la cumbre de una gran montaña azulada. 

Maestros retratistas

Al mismo tiempo, Marisa Oropesa enfatiza la importancia del género del retrato, puesto que gracias a él se produce “un intercambio entre el retratado y el espectador, aunándose tiempo y espacio para favorecer el conocimiento de las formas de vestir, las reglas de la apariencia en la época y la perpetuación de la fama terrenal”. A este respecto la muestra del Museo Casa Lis ofrece, además de los aguafuertes de Felipe IV e Isabel de Borbón realizados por Rubens, una destacada selección de la serie Iconografía de hombres ilustres (ca. 1630) de Anton Van Dyck, entre los que merece la pena reseñar por su trazo enérgico y la captación de la expresión el retrato de Pieter Brueghel ‘el Joven’ o el del grabador Paul Pontius. No es la única serie que se expone en Salamanca, debiendo añadirse a los ejemplos anteriores los grabados mitológicos de Hendrick Goltzius o la serie de Los cuatro vientosde Jan Sadeler I. Volviendo a los retratos, otros dos óleos sobre tabla nos presentan asimismo las efigies de Jean Charles de Cordes y de Jacqueline van Caëstre, los dos según Anton van Dyck. 

Pintura de flores, exotismo simbólico

Finalmente, es preciso hacer hincapié en la importancia adquirida en Flandes por la pintura de flores –representadas estas de forma independiente, en bodegones o a modo de guirnaldas enmarcando escenas religiosas– de la que en la muestra salmantina dan fe principalmente las obras de Gaspar-Pieter Verbruggen I, Jan Brueghel ‘el Joven’ y Gaspar-Pieter Verbruggen II, así como las realizadas en colaboración por Jan Philip Van Thielen y Erasmus Quellinus II, Adries Daniel y Frans Francken II y, por último, Philips de Marlier junto a, nuevamente, Frans Francken II. A este respecto recuerda María Toral que, dada su situación estratégica, Flandes se convirtió por aquella época en el principal centro comercial de Europa, lo que explica la abundante reproducción pictórica de las flores y animales exóticos –como el papagayo, apenas conocido entonces– que llegaban a sus puertos. De esta manera, las flores se convirtieron en sinónimo de estatus y en su demanda como motivo artístico influyeron distintos factores, como la “luz, color, exotismo y belleza” que ofrecían a los interiores domésticos en un contexto climatológico de poca luminosidad, sobre todo teniendo en cuenta que la flor real era un bien efímero y transitorio. Igualmente, poseer un cuadro de un cierto tipo de flores otorgaba prestigio a las familias que podían costear su realización y ostentar una obra en la que cada detalle adquiría una profunda dimensión simbólica de carácter religioso: no hay que olvidar, recalca Toral, que las flores simbolizan la castidad y la pureza de la Madre de Dios y estas tablas han de entenderse en relación al protestantismo y el resurgir de la figura de la Virgen, siendo habitual encontrar en ellas la representación de distintas escenas de la vida de María y su hijo enmarcadas entre guirnaldas de flores, como ocurre en Guirnalda y Virgen con niño, de Jan Brueghel ‘el Joven’; Guirnalda y adoración de los Reyes, de  Adries Daniel y Frans Francken II; o en Guirnalda y escenas cotidianas del Niño Jesús, de Philips de Marlier y Frans Francken II. No obstante, la pintura flamenca se nos presenta repleta de motivos simbólicos desconocidos como la granada, metáfora de la fertilidad, el cordón y la cortina que aluden al tempus fugit, la piel de limón a medio mondar o los tulipanes rayados, resultado de una enfermedad de la flor que les confirió un aspecto que, a su vez, encareció su adquisición, convirtiéndose en emblema de prestigio.

En suma, todo un cúmulo de significados ocultos que María Toral invita al público a descubrir en la nueva exposición temporal del Museo Art Nouveau y Art Déco – Casa Lis de Salamanca. Se trata de un mensaje latente que enriquece la lectura iconográfica de un conjunto de obras cuya maestría técnica remite a los nombres más reputados de la pintura flamenca de la Edad Moderna, nombres que Hans Rudolf Gerstenmaier ha acertado a reunir con exquisito gusto en su selecta colección artística.

De Rubens a Van Dyck: La pintura flamenca en la Colección Gerstenmaier
Del 3 de mayo al 27 de junio de 2021
Fundación Cajasol. Sevilla
Más información en: www.fundacioncajasol.com

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