Devorando, serie 3_7, 2019.

Adela Inés González es una artista mexicana que reside en Monterrey, donde ha desarrollado la particular técnica de producción fotográfica que nos detalla en la presente entrevista. Su trayectoria demuestra cómo la llamada del Arte, sentida desde la infancia, ha podido al fin manifestarse plenamente en ella, dando rienda suelta a su creatividad, ese sentido de experimentación plástica que, como la misma autora afirma, todos poseemos y debemos luchar por poner en práctica, ejercitándolo nosotros mismos e intentando contagiárselo al resto de la sociedad. Un ‘privilegio’, una actitud experimental, crítica y abierta que, en su permanente búsqueda de nuevos lenguajes, implica ese ejercicio introspectivo que simultáneamente contribuye al fomento de un mundo más sensible y comprensivo con la diferencia. En su caso y como nos relata a continuación, son ‘la inquietud’ y ‘el horror’ los sentimientos que determinan las sorprendentes imágenes de aspecto biomórfico e intensos contrastes lumínicos con las que intenta aproximar ciencia y arte, sus dos grandes vocaciones. Son fotografías muy personales realizadas en el ámbito doméstico y en las que también interviene el propio cuerpo de la artista u objetos que hablan de las situaciones vividas a lo largo de los años. Así, el Arte cumple una función purificadora, provocando esa necesaria catarsis que nos permite aceptar, explicar y afrontar los miedos que nacen ante la condición vulnerable y frágil de nuestra existencia. Se trata, en suma, de un compromiso consigo misma y con el resto de la comunidad en un mundo cada vez más interconectado gracias al desarrollo de las redes sociales. Unas redes que han supuesto un instrumento de trascendental importancia para intensificar los contactos e intercambios artísticos –especialmente durante los meses de confinamiento–, así como para fomentar nuevas formas de arte virtual que cuestionan los lugares tradicionales del Arte; y es que, de acuerdo con Adela Inés González, ha llegado el momento de que la creación dé el primer paso en su acercamiento sin intermediaciones al espectador. En torno a estas líneas discursivas transcurre nuestra –igualmente– ‘conversación telemática’ con una artista que está alcanzando una cada vez mayor proyección nacional e internacional. De hecho, desde este 28 de julio de 2021 Adela participa en la exposición internacional de arte que, con motivo de la celebración del Bicentenario del Perú, se celebra simultáneamente en el Museo Biblioteca Mario Vargas Llosa de Arequipa, en la Casa Museo Miguel de Cervantes de Esquivias (Toledo) y en la parisina Angular VR Gallery.      

Vocación

EN PERSPECTIVA: Comenzando por sus años de formación artística, ¿cómo surge el interés por el diseño gráfico y qué explica su salto hacia la fotografía? El artista ¿nace o se hace?

ADELA INÉS GONZÁLEZ: Decidí estudiar diseño gráfico una semana antes del cierre de inscripciones en la universidad. Hasta entonces las materias de ciencias habían sido mi área fuerte, simplemente sentí la necesidad de estudiar una carrera dentro de las artes. De niña estudié pintura, pero solo un par de meses en el verano, nada formal; sin embargo, la expresión con mi cuerpo siempre estuvo presente. Durante mi infancia el tiempo de ocio lo empleaba para crear coreografías y hacer gimnasia en la cochera de mi casa con mi hermana y algunas amigas. En ese tiempo escribí diarios, los cuales conservo: en ellos puedo leer que en cada inicio de año uno de mis propósitos recurrentes era estudiar pintura, pero no lo lograba, me absorbía el tiempo y la cotidianidad.

Hace seis años una amiga me invitó a tomar clases de pintura y ese fue un parteaguas. Patricia Patton es una maestra de vocación que enseña a cada alumno desde su nivel de conocimiento; cada año organiza una exposición colectiva con sus alumnas en un museo y eso me sacó de mi área de confort. Me motivó a estudiar, a prepararme para lograr mejores piezas. Ella misma me invitó a pertenecer a la Asociación de la Plástica de Garza García en donde se organizan aproximadamente quince exposiciones colectivas al año, las cuales son locales, nacionales e internacionales. También nos capacitan con asesores y curadores para profesionalizar nuestro trabajo artístico. Ahí conocí a mis dos asesores: Damián OntiverosSamuel Rodríguez Medina, quienes me guiaron para formar un estilo propio en la fotografía, así como en los conceptos a desarrollar en el arte.

En el curso de ‘Bonding’ de Damián Ontiveros descubrí –a través del juego y experimentación– una técnica fotográfica en donde preparo una masa de azúcar (material relacionado a mis memorias de infancia) para crear esculturas, las cuales fotografío. La primera fotografía lograda con esta técnica fue un díptico, con el cual gané mi primer premio. Este hecho fue importante ya que me impulsó a seguir experimentando y desde entonces dejé de ver el arte como un pasatiempo para prepararme con más intensidad. El arte empezó a ser una idea obsesiva, todo objeto, textura, video, canción o tela me inspiraba a encontrar formas de aplicarlo a mi trabajo artístico.

En mi opinión todos tenemos un llamado a ser artistas. Ser artista es desarrollar la creatividad, romper moldes de pensamiento, cuestionar; es resistencia, rebeldía; es estar abiertos a diferentes lecturas y opiniones. Sin embargo, no es fácil cuando la educación en las instituciones no lo fomenta o cuando se vive en pobreza extrema y no se tienen las necesidades básicas resueltas… en ese caso ser artista es un privilegio.

Lo que se necesita es tener tiempo de ocio: en ese ‘aburrimiento’ productivo la mente se va a los pensamientos internos reflexivos, a los cuestionamientos; pero generalmente no tenemos ese tiempo cuando se vive en una ciudad industrial en donde todo es comercio, industria, horarios de trabajo extendidos, donde se valora a la persona que trabaja doce horas, aunque no le quede tiempo para su familia o para reflexionar. En esta sociedad el puesto que se tiene en la empresa te define, así como tu apellido, tu código postal, el estatus social, etc.

El arte es lo contrario, es dejar a un lado los estereotipos y cuestionar los prejuicios, las verdades absolutas, la desigualdad. El arte nos permite crear narrativas entre los seres humanos: sabiendo esas historias de los ‘otros’ es como se logra la compasión y la empatía.

Estética

E-P: Su obra fotográfica escapa a la práctica convencional, jugando con intensos contrastes de luces y formas que a veces recuerdan imágenes biomórficas y orgánicas de carácter abstracto. ¿Qué le movió a la experimentación en fotografía? ¿Responde su práctica a un interés científico? En su opinión, ¿es posible conciliar ciencia y arte?

A. I. G: Me motiva trabajar la contemporaneidad en donde la estética se constituya a partir de la inquietud y el horror, de ahí que utilice los contrastes de luz y sombra, así como materiales diferentes en mi proceso.

La experimentación y el juego son muy importantes en mi obra, casi siempre me sorprendo de los efectos logrados por permitirme pensar y actuar fuera de la caja. Por ejemplo, yo no utilizo la luz del sol ni la del foco del techo. Me gusta experimentar con lámparas comunes (lámparas de escritorio o de la sala) y todo el tiempo las muevo para ver los efectos en la fotografía final. En otras fotografías prefiero que la luz salga del interior de la forma quebrada, dando más importancia al autorretrato roto que simboliza la lucidez de la vulnerabilidad y fragilidad humana. 

Para lograr resultados en la experimentación fotográfica evito los prejuicios y el pensar en función de está ‘bien’ o ‘mal’, ya que no juzgo las formas que salen, al contrario, me cuestiono del por qué me inquietan y sigo experimentando sin censurar el resultado. Entre más me inquiete la forma, más experimento ese camino. 

Yo creo que las ciencias y las artes tienen mucho en común, ambas necesitan de la creatividad, del experimento continuo, muchas veces el azar y el error juegan un papel importante en el resultado final de ambas; con Leonardo Da Vinci tenemos un ejemplo de cómo ciencia y arte tienen tanto en común. De niña quería ser científica y hoy como artista así me siento al realizar mis fotografías experimentales.

Técnica

E-P: Lógicamente, su proceso creativo no es nada común y, en este sentido, existe una clara correspondencia entre estética y técnica. A menudo sus propuestas parten de realizaciones escultóricas que usted produce en su ámbito doméstico con pasta de harina y azúcar. Otras veces son ciertas partes de su cuerpo, como su rostro, sus dedos o, incluso, sus propios cabellos, los que sirven de base a sus instantáneas. ¿Cuál es su método de trabajo más habitual y qué le ha llevado a él? ¿Cómo consigue dar forma a sus representaciones y de qué modo logra someterlas a esos intensos contrastes lumínicos?

A. I. G: La serie fotográfica que realizo con una pasta de azúcar parte de una performance que hago utilizando un vestido largo de color negro, descalza y por la noche; mi casa se convierte en un cuarto obscuro en donde puedo experimentar con la luz artificial. La iluminación que utilizo es la que tengo a la mano: la lámpara de escritorio o de la sala.

Mi relación con el azúcar viene de la infancia, mis padres distribuían dulces y el olor de las golosinas formó parte de mis memorias. Durante ese tiempo sufrí de angustia ligada al exceso de trabajo de mi familia, lo cual es común en una ciudad como donde yo vivo. Como resultado de estas experiencias, trato de incorporar mi pasado en la técnica que utilizo. Preparo una pasta de azúcar para crear esculturas de bajo relieve, con objetos de mi infancia y mi propio cuerpo, después coloco una luz debajo y así registro, a través de la cámara, lo que emerge del diálogo entre el azúcar, la luz y el objeto. Busco transformar mi angustia en motor de conciliaciónperdón y memoria.

Preparo la pasta de azúcar en la intimidad de mi casa, específicamente en la cocina, la cual es símbolo de comunicación y reunión familiar donde la conversación y convivencia fluyen fácilmente alrededor de la mesa. Empecé esta técnica reflexionando en el arte acerca de la angustia que se siente al tener conflictos con mi familia de origen. La primera obra con esta técnica fue un díptico en donde represento dos juguetes de mis hermanos y míos que estuvieron enterrados cuarenta años en el patio de la casa donde viví mi infancia. De niños mis hermanos colocaban juguetes bajo un árbol del patio para encender cohetes. En ese tiempo mi padre decidió talar el árbol y cubrir con cemento el área para colocar unos columpios. Hace un par de años volvimos a abrir ese espacio para sembrar un árbol y esos juguetes aparecieron, uno quebrado en tres partes y el otro parcialmente quemado, de ahí obtengo las primeras dos fotografías con esta técnica. 

La serie fotográfica que tengo de mi cabello la realizo en la intimidad de mi baño el día que me lo pinto en casa. Ya que termino de pintarme el cabello, lavo muy bien la coladera de la regadera y procedo a bañarme, lo enjuago y coloco un tratamiento, lo cual hace que ese día se desprenda más del habitual. Al terminar, recojo una escultura estética de mis cabellos que se forman por el remolino de agua que fluye por la coladera. Esa serie fotográfica es el resultado del diálogo entre la luz y mi cabello.

Interpretación

E-P: El resultado son series de imágenes que simulan vórtices, paisajes corpóreos, rostros en actitud de gritar o devorar, ¿qué pretende transmitir al espectador que contempla sus imágenes? ¿Qué sentimientos personales le mueven a llevar a cabo sus obras y qué emociones intenta transmitir con ellas? ¿Cómo se han originado en usted, a qué responden? ¿Se trata de representaciones concretas, simbólicas o han de entenderse según el juego de la propia percepción individual?

A. I. G: Me interesa que el espectador reflexione acerca de desmitificar temas y figuras intocables o incómodos, el arte tiene las herramientas para cuestionar todo. 

Mientras estudiaba arte contemporáneo comprendí que se necesita ser valiente, quitarme prejuicios, miedo, vergüenza; en otras palabras, quedar desnuda espiritualmente para plasmar el momento histórico y civilizatorio que vivimos. Estoy convencida de que se necesita humildad para aceptar que la vulnerabilidad y la fragilidad son parte de la condición humana, entonces ¿por qué querer esconderla o maquillarla? Estos conceptos han permitido que mi relación con el arte sea más auténtica. Este proceso no ha sido fácil, la fotografía contemporánea tiene una estética basada en la inquietud, en el horror, en lo abismal de lo real.

En una sociedad pandémica como la de hoy el artista está obligado a repensar el abismo y la muerte ya que esta se ha cosificado, es estadística, número, pero…  ¿y las historias de esas personas?, ¿quiénes fueron? ¿quiénes son su familia?, ¿cuáles fueron sus miedos, sus logros?  Pasan a ser una cosa…  El arte sabe narrar esas historias y solo así es posible la empatía y compasión.

Es importante que el espectador de la obra se permita libremente reflexionar lo que percibe, lo que provocan en él las imágenes. Si la imagen le inquieta podría darse la oportunidad de reflexionar el porqué… sin prejuicios en su percepción. 

El arte permite tener lucidez y eso intento proyectar, no me interesa maquillar la realidad, me interesa enfrentar y resistir.  ¿Cómo puedo resistir un abismo (enfermedad, crisis, miedo, duelo, etc.) si ni siquiera acepto que en la vida –en mi vida– existen? Contar con lucidez es el primer paso para transformarse.  Pero a veces es más seguro guardar las apariencias y simular que no hay abismos… eso no es vivir es solo sobrevivir.

El arte tiene las herramientas para enfrentar los abismos y lograr ser un referente de la época que se vive. Actualmente se viven conflictos en migración, pobreza extrema, desaparecidos, feminicidios, injusticia social, corrupción; con la pandemia de la Covid-19 hubo millones de muertes sin duelo, gente muriendo de asfixia y solas, salud mental en peligro y personas sin trabajo. Algunos somos privilegiados y quizá no vivimos tan fuerte estas condiciones en carne propia, pero no se necesita vivirlo para tener empatía y saber que todos somos comunidad, estamos conectados y de una u otra forma nos afecta a todos. El arte pone un tema en la mesa para reflexionar, no necesitamos pensar igual, pero si necesitamos poder conversar y cuestionar todos los temas de la época.

La serie de ‘Devorando’ es un autorretrato de siete piezas que se expuso en el Museo del Arte Contemporáneo MARCO. El objetivo de esa exposición fue lograr estética a partir del horror y la inquietud; para este proyecto tomé la referencia de Saturno devorando a su hijo de Goya, en donde se observan autorretratos que parecen gritar o devorar.

Todo lo anterior no es pesimismo, es lucidez, es poder ver la condición humana en su totalidad, de ahí se origina mi trabajo artístico.

Filiaciones

E-P: ¿Qué artistas o movimientos culturales han influido más en la forja de su personalidad artística y en la plasmación de esta a través de su obra gráfica?

A. I. G: Mi obra artística es contemporánea y desciende del expresionismo en donde rompo y quiebro las formas, utilizando contrastes en fondos negros para intensificar mi mensaje. Mi obra es influenciada por artistas que se atreven a ser diferentes y disruptivos en su época, me motivan los artistas que trabajan en equipo en donde el compartir es más importante que el competir. Guillermo del Toro es un director, guionista, productor y novelista mexicano que influye en mis conceptos y forma de crear.

Entorno

E-P: ¿Qué condiciones del contexto político, social o cultural mexicano han podido determinar en mayor medida su obra? En la actual época marcada por los acentuados contrastes entre globalización e identidad local ¿se da en su trabajo cierta aproximación de las particularidades regionales y de la situación internacional del mundo contemporáneo?

A. I. G: Las condiciones actuales de desigualdad social y económica, falta de derechos humanos, indiferencia hacia el ‘otro’ han marcado mis últimos trabajos artísticos en instalación, intervención y fotografía. Me interesan los temas demasiado humanos, que sean provocadores y exijan al espectador una reflexión con el fin de despertar a una sociedad dormida o anestesiada.

He realizado obras de instalación/intervención con referencia a situaciones locales vividas en una cárcel que demolieron en Monterrey. A los internos los cambiaron de instalaciones, pero ahí quedó un espacio que fue testigo de innumerables hechos deshumanizados, queda ese lugar como una especie de coladera a donde se va todo lo que no se quiere ver pero que sí existe. Las condiciones de este penal son una referencia local, pero tiene eco en todo el mundo.

La angustia es parte de la condición humana y se acentúa en una época globalizada hiperconectada en redes, consumismo, basada en la imagen exterior en donde se crean avatares digitales.  Mi eje temático abarca esa angustia, la vida y muerte, así como la vulnerabilidad y fragilidad humana.

Concienciación

E-P: Más allá de la fotografía y en relación con la pregunta anterior, llaman la atención algunas de esas obras suyas más propias del género de la instalación, la intervención y la performance, como las tituladas ‘superciudad’ o ‘TODOS’, con las que usted introduce restos materiales –y a veces también orgánicos– en el ámbito museístico, rellenando con una masa resanadora –realizada a partir del yeso de los escombros de dicho penal del Topo Chico en Monterrey– oquedades que previamente han sido taladradas en el muro expositivo. ¿Cómo podría describir esta experiencia? ¿Cuál es su intencionalidad en línea con ese compromiso social del arte al que se ha venido haciendo referencia?

A. I. G: El domingo 8 de marzo del 2020 fuimos mi esposo y yo al penal del Topo Chico para recoger pedazos de escombro de lo último que quedaba en el lugar, ya que lo estaban demoliendo. Ese día recolecté pedazos de blocks, ladrillo, yeso, hule espuma con un cabello incrustado de lo que parecería ser parte de un colchón o almohada, vidrios, entre otras cosas.

El lunes 9 de marzo en Monterrey se paralizaron la fuerza de trabajo y las escuelas ya que, para conmemorar los derechos de la mujer, por primera vez hubo una unión masiva a esta convocatoria y la mujer desapareció de sus actividades diarias, fue algo histórico en mi país. A los tres días llega la Covid 19 a México y empezamos a vivir en cuatro paredes, como una especie de cárcel, nuestro territorio se hizo pequeño…

El objetivo de esta instalación/intervención es realizar una obra de arte en donde se representa con símbolos lo cotidiano y se ve el objeto que habla del momento histórico que vivimos hoy con un toque social. Es una forma material de unir la arquitectura, contextos e ideas de dos lugares diferentes: por un lado un importante museo privado, MARCO, así como la Casa de la Cultura de San Pedro –ambos son lugares seguros en Nuevo León para reflexionar con símbolos lo cotidiano de nuestro entorno en un ambiente agradable–; y por otro el penal del Topo Chico, en donde estuvieron viviendo personas en un ambiente reprobable y sin derechos básicos; esta situación, aunque dolorosa, es real. Las injusticias vividas en el penal es un asunto de la comunidad.

Mi intención en estas obras fue provocar una reflexión de todo el contexto histórico que se vivió a nivel mundial en el 2020, en donde parte de la materia orgánica e inorgánica del penal, se quedó en esas paredes como una cápsula del tiempo en donde las obras de ‘superciudad’ y ‘TODOS’ integran metafóricamente a toda la comunidad.  Es una pieza que busca reflexionar acerca de los procesos de exclusión e invisibilidad en la ciudad y las formas de integrar metafóricamente a todos los ciudadanos. Me interesaba que fuera una acción disruptiva al llegar con un taladro para hacer oquedades en estos espacios culturales y provocar sensaciones de inquietud por dejar material, energía y conceptos del penal para siempre en esas paredes.

El arte explora las más complejas experiencias que suceden a nuestro alrededor y en nuestro mundo interior, se convierte en un referente de la época que se vive. Por tal motivo el arte tiene un compromiso de lucidez y honestidad en lo que sucede en lo más íntimo de nuestro ser y también de lo que sucede en nuestra sociedad contemporánea. En mi opinión el arte tiene un compromiso social para realmente ser un referente de la época que se vive.

Museo

E-P: A propósito de la cuestión anterior, ¿qué papel han de jugar a su parecer la galería, el museo o la sala expositiva en el mundo contemporáneo?

A. I. G: Creo que el arte necesita de nuevos espacios para que sea más accesible y se facilite el encuentro con el espectador. ¿Y si el arte es quién sale a la calle para encontrarse con el espectador en lugar de esperar pasivamente que este entre al museo? ¿Y si el arte toma esta iniciativa?…

La función de un curador es dar sentido a las producciones artísticas para que estas cuenten con estética y narrativa en el espacio cultural donde se exponen, así como permitir mediante herramientas discursivas la unión entre obra y espectador. Con la llegada del arte conceptual el artista empieza a teorizar y analizar su discurso por lo que la distancia entre crítico y artista disminuyó. Ahora el artista escribe y reflexiona sobre su propio arte.

El arte empieza a resistir el depender de un espacio cultural y de su comercialización, lo cual era el objetivo de una galería de arte

En el arte conceptual ya no es importante el objeto ni su estética, por lo que ahora se puede situar más fácilmente fuera de la galería, ya no hay un objeto de arte que resguardar, al contrario, el espectador y las inclemencias del tiempo pueden intervenir la obra al azar permitiendo otras narrativas poéticas conceptuales. Al estar el arte fuera de galería este tiene acceso a más espectadores. Lo importante es la intervención y el diálogo con el espectador, y esto se puede dar orgánicamente en calidad y cantidad fuera de la galería.

Antes el arte era para un segmento de la población, hoy puede ser para todos, es más factible encontrar a ‘todos’ fuera de espacios culturales que entre cuatro paredes. Esto me lleva a reflexionar el gran auge que actualmente tiene el arte digital encriptado en donde no hay objeto tangible que exponer, por lo que tampoco se requiere de una galería física… el arte hoy está más cerca de la filosofía que del objeto, el arte contemporáneo y conceptual es transmitir información lograda a través de una investigación.

Pandemia

E-P: ¿De qué modo ha repercutido la actual crisis sanitaria mundial en su carrera artística y en su ambiente cultural? 

A. I. G: La crisis sanitaria mundial ha influido de forma positiva en mi trabajo, desarrollo y difusión fuera de mi país.  El estar recluida en casa me permitió conocer y tomar cursos fuera de México, contando con otras referencias y abriendo mis posibilidades a otras formas de pensar y culturas. Fue una grata e inesperada sorpresa la gran comunidad artística que encontré en redes, mujeres y hombres del medio ayudando y creando redes de apoyo de formas muy generosas. El compartir es más importante que el competir, así se crece juntos haciendo comunidad en el arte. De ahí mi eterno agradecimiento a tantas personas que conocí ese año, con algunas mantengo contacto continuo en redes, mensajes, conversatorios, charlas por zoom, etc.

Ha sido muy importante hacer una red humana de conexiones, de ayuda, de compartir en el arte, aunque esa red empieza en casa, en mi caso mi esposo me apoya en mi trabajo artístico en todos los sentidos.

Proyectos

E-P: ¿Qué panorama artístico se presenta ante usted a partir de este momento? ¿Qué nuevas obras y exposiciones se encuentra preparando a día de hoy? ¿Cuáles son sus próximos retos y desafíos?

A. I. G: Estoy muy satisfecha en este momento de mi carrera, ya que estoy por inaugurar mi tercera exposición individual, con obra y técnicas contemporáneas multidisciplinarias y diferentes a las ya expuestas. La inauguración será presencial el 20 de julio en la Casa de la Cultura de San Pedro. Se tiene autorizada otra exposición individual, la cual no tiene fecha definida por la situación sanitaria actual.

A finales de año participaré en una gran exposición colectiva titulada ‘México: Crisis y Elevación’ en el museo Centenario de la Universidad de Texas, en El Paso. Este proyecto artístico es gestionado por Samuel Rodríguez Medina, será un reto estético lograr plasmar todo lo que incomoda y eleva en nuestro país.

También participaré en una exposición colectiva en Torrego Art Galery, Sao Paulo, Brasil, titulada ‘El actual cotidiano’, organizada por el artista visual Rubén Torres Torrego; así como en cuatro exposiciones colectivas en Monterrey, Nuevo León, México. 

Los invito a conocer mi trabajo y seguirme en IG: adela_ines3