Vista actual del Palacio de Deportes de Oviedo.
Ildefonso Sánchez del Río Pisón fue un ingeniero español muy vinculado a Asturias, donde realizó varios trabajos entre los que se encuentra el Palacio de Deportes de Oviedo, considerada su gran obra.
Igual que en literatura se habla de la Generación del 27, en ingeniería también existe esta nomenclatura y es claramente Sánchez del Río uno de sus máximos exponentes junto con Eduardo Torroja , Carlos Fernández Casado o Rafael Spottorno, entre otros.
Ildefonso Sánchez del Río Pisón nace en Haro (La Rioja) en 1898; tras pasar por la Institución Libre de Enseñanza y el Instituto Cardenal Cisneros en Madrid, ingresa en 1916 en la Escuela Especial de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos (como se llamaba en la época en la que estudió), terminando a principios de 1922.
Durante sus años de formación, en Europa se estaba llevando a cabo una revolución en el mundo de la construcción gracias al hormigón armado desarrollado a finales del siglo XIX y a las estructuras laminares. Estas se caracterizaban por ser muy resistentes a las cargas exteriores y a las generadas por su propio peso, y todo ello con un pequeño grosor. Además, las estructuras laminares solían ser curvas para permitir abrir grandes espacios por donde entrase la luz, haciendo innecesarios los soportes internos y asegurándose así amplias superficies en su interior.
Cuando en 1924 decide aceptar el puesto de ingeniero en el Ayuntamiento de Oviedo, comienza a observar que las estructuras laminares primigenias presentaban dificultad de diseño y de cálculo, lo que le lleva a crear su propio método de diseño basándose en la utilización de formas geométricas que podían ser construidas y dimensionadas mediante secuencias continuas de nervaduras de canto. Este tipo de estructura se aprecia en el lavadero que se encuentra junto a la Fuente de los Cuatro Caños en la Corredoria (Oviedo) y en la Plaza del Paraguas de la misma ciudad. La estructura original del paraguas (1925) daba cobijo a las lecheras que venían de los pueblos circundantes a vender leche a la capital. Fue bombardeado durante la Guerra Civil y reconstruido años más tarde para el disfrute de los ciudadanos.
Primeras obras
Depósito de aguas de Oviedo
En 1927, ante la necesidad de un nuevo depósito de aguas en la ciudad, se comienza a construir en el barrio de El Cristo el que sería el cuarto depósito.
Teniendo en mente sus estructuras en forma de paraguas aplicadas años antes, Sánchez del Río definió el esqueleto de la cubierta espacial de hormigón armado, justificándola además por los bajos costes económicos frente a las opciones existentes, acallando así las voces contrarias al diseño.
El edificio se levanta sobre una planta circular de 50 metros de diámetro y 10000 m3 de capacidad. En su centro se encuentra la estructura cilíndrica de 10 metros de diámetro que, coronada por una cúpula esférica nervada, alberga la cámara de llaves. Esta estructura cilíndrica proporciona un anillo resistente para el apoyo de la cubierta y se sostiene gracias a 48 contrafuertes de forma radial que, a su vez, sirven de apoyo a las paredes del depósito.
Sánchez del Río utilizó el diseño de este depósito de aguas como modelo para replicar y mejorar en posteriores depósitos como el de Trubia (1930), Turón (1930), Pola de Siero (1931) o Lugones (1943).
El puente de Láneo
A lo largo de su vida profesional, Sánchez del Río proyectó varios puentes, pero solo el que nos ocupa ahora fue construido, lo que lo convierte en claro exponente de sus pioneras ideas.
El puente se sitúa entre los concejos asturianos de Requejo y Láneo, los cuales necesitaban una conexión sobre el río Narcea para facilitar sus comunicaciones.
El primer ingeniero con el que contactaron proyectó un puente de tres vanos con pilares en el cauce del río que excedía el presupuesto, de ahí que optaran finalmente por Ildefonso Sánchez del Río quien, al comentarle los vecinos que había roca en el lecho cambia el diseño, elimina los pilares y sustituye los tres vanos por dos arcos paralelos de 41 metros de luz, un tablero intermedio formado por una losa continua de hormigón armado y todo ello cimentando únicamente en los márgenes. Finalmente se comprobó que no había roca, lo que hizo que se profundizase aún más en la cimentación.
El puente fue demolido durante la Guerra Civil y, aunque posteriormente se colocaron de forma provisional unas tablas colgadas de unos cables para facilitar el tránsito de los vecinos, una riada se llevó esta solución por delante en los años cincuenta. En 1957, el hermano de Sánchez del Río, Carlos, será quien proyecte la reconstrucción del puente, una labor que no comenzará hasta dos años después y que no se concluirá hasta 1961.
Lo destacable de esta reconstrucción es que sigue los planos originales y, por tanto, el puente que vemos en la actualidad es exactamente igual al de 1929, salvo las articulaciones mediante rodillos de uralita que Ildefonso Sánchez del Río había previsto para su fallido puente sobre el río Nalón. A día de hoy, el puente está pendiente de una rehabilitación a causa de su mal estado.
Mercado de abastos de Pola de Siero
La llamada Plaza de Abastos o Plaza Cubierta fue encargada a Sánchez del Río en 1928 por parte del Ayuntamiento de Pola de Siero (Asturias) que veía la necesidad de un mercado por el aumento de la actividad comercial en el pueblo.
Este fue uno de los proyectos más importantes de Sánchez del Río en aquellos años, ya que planteaba una cubierta de hormigón armado con una cota que, partiendo desde el suelo, definía la volumetría total del edificio: modernidad esta que tenía un único precedente en la Gran Cúpula de la Sala del Siglo concebida por el arquitecto Max Berg en Breslau (Polonia) a principios del siglo XX.
El mercado se levanta en un solar de forma triangular, concretamente un triángulo rectángulo isósceles, ocupando la fachada principal la hipotenusa de 100 metros de longitud. El mercado necesitaba tener una planta totalmente abierta para facilitar la colocación de los puestos y la solución encontrada fueron dos cañones cilíndricos perpendiculares entre sí con sus generatrices rectas paralelas a cada uno de los catetos. De este modo, en su intersección se crea un arco articulado que resiste tanto los arcos de la cubierta como los tirantes ocultos. A su vez, el contorno del mercado se cubre mediante voladizos de hormigón armado de 6 metros y bovedillas de fibrocemento.
Años intermedios
En 1931 se termina la construcción del mercado de Pola de Siero. Su siguiente proyecto será un puente de 80 metros de vano sobre el río Nalón, que no llega a construirse.
Cuatro años más tarde, a causa de una riada, el acueducto sobre el río Pigüeña desaparece y encomiendan a Sánchez del Río su reconstrucción, trabajo que le posibilita aplicar algunas de las ideas del puente fallido sobre el río Nalón.
Durante los años de la República colaboró con el ingeniero de minas Ernesto Winter, director del Orfanato de Mineros Asturianos, con la intención de construir los edificios de la sede del orfanato, llegando incluso a proyectar la variante de la carretera del barrio de Pumarín al de Fitoria (Oviedo) para crear un acceso.
Entre 1934 y 1941 Sánchez del Río se dedica a reconstruir tanto los edificios dañados durante la Revolución del 34 como los que se vieron afectados por la Guerra Civil. Entre las obras que realiza nos encontramos el edificio de los Almacenes Simeón de Oviedo, el edificio de Anís de la Asturiana, el edificio Figaredo situado en la céntrica calle ovetense de Uría, o la reconstrucción de los teatros Campoamor y Jovellanos de Oviedo y Gijón respectivamente.
Una vez que deja su puesto en el Ayuntamiento de Oviedo y se traslada a Madrid, sigue vinculado a Asturias y a Oviedo con el proyecto del Teatro Filarmónica, inaugurado en 1944, pero también con edificios mineros e industriales como las tolvas de hierro de Duro Felguera, la fábrica de Anís de la Asturiana y el Taller de Cañones de la Fábrica de Armas de Oviedo, edificio muy reconocible por su techo dentado y hoy en día empleado para actividades culturales.
Durante estos años no solo hizo las obras aquí descritas, sino que también se dedicó a inventar y patentar las innovaciones que utilizaría en todas sus obras.
Patentes
Durante 36 años, no siempre de forma consecutiva, Ildefonso Sánchez del Río dedicó parte de su tiempo a idear y patentar los nuevos sistemas de construcción que le permitían seguir sus preceptos de racionalización y economía. Para ello no solo los patentaba sino que, a pesar de no ser un hombre muy dado a la actividad empresarial, se vio en la necesidad de formar su propia compañía (Río – Cerámica, S. A.), con el fin de poder materializar, difundir y llevar a cabo sus patentes.
Al principio, estas patentes se centraron en procedimientos constructivos con hormigón armado, el material de moda en aquellos primeros años de profesión. Así, sus innovaciones permitían unas construcciones ligeras, fácilmente edificables y económicas, tal y como aseguraba su propia publicidad.
Pero es en los cincuenta, cuando su patente sobre la dovela-onda (piezas cerámicas aligeradas) y los arcos-onda marca una diferencia en sus forjados, ya que coloca estas piezas cerámicas entre viguetas de hormigón, siendo de esta forma mucho más ligeras que las tradicionales.
La genialidad de las dovelas-onda radica en la aplicación de las “ondas” realizadas en las estructuras laminares, consiguiendo así una rigidez longitudinal. La dovela-onda está formada por un arco central y dos pequeños tramos rectos que permiten el apoyo de la misma sobre la cimbra.
La idea de Sánchez del Río sobre la economía y racionalización del proceso constructivo se pone de manifiesto con estos elementos construidos a pie de obra con pequeñas piezas cerámicas huecas, patentadas y fabricadas por el propio Sánchez del Río, que a modo de bovedillas de un forjado, se colocan sobre una cimbra de madera siguiendo las generatrices rectas de un cañón. Entre dichas piezas cerámicas se dispone la armadura correspondiente de las nervaduras, parte que posteriormente se hormigona de forma continua formando los arcos-onda de la cubierta.
Esta patente fue presentada en el XXII Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias celebrado en Oviedo en 1953.
Obra culmen
Palacio de Deportes de Oviedo
Con 64 años Ildefonso Sánchez del Río se enfrentó a la que fue su gran obra maestra, el proyecto del Palacio de Deportes de Oviedo. La parte arquitectónica corrió a cargo de los arquitectos municipales Fernando Cavanilles, Florencio Muñoz Uribe y Joaquín Suárez Pérez, quedando en sus propias manos la ejecución de la parte ingenieril.
El Palacio de Deportes comenzaría a edificarse en 1962 y se terminaría 13 años después con una serie de retrasos que impacientarían a Sánchez del Río.
Debemos recordar que este llevaba tiempo queriendo construir cubiertas de grandes vanos de luz y que, como hemos visto anteriormente, en sus primeros años se había inclinado hacia cubiertas nervadas, decantándose, tras patentar sus dovelas-onda y ver el trabajo de compañeros de profesión como Pier Luigi Nervi o Eduardo Torroja, por las cubiertas “onduladas”, que a diferencia de sus colegas utilizaría con una mezcla de hormigón y cerámica que las haría ligeras, rígidas y sin posibles deformaciones transversales futuras.
El Palacio de Deportes se caracteriza por tener una cubierta cilíndrica de cañón corrido formada por tres láminas de directriz parabólica, onduladas y biarticuladas. La lámina central está formada por ocho arcos-onda de siete metros de ancho y 100 de luz, que cubren la planta cuadrada de 100 x 100 metros, mientras que las otras dos láminas son dos arcos-onda, destinados a tapar las gradas a cada lado de la lámina central, siguendo las mismas medidas de ancho (siete metros), con un vano de luz ligeramente más pequeño (90 metros).
Al igual que en el Mercado Cubierto de Pola de Siero, el interior del Palacio carece de apoyos internos, creando así un espacio diáfano, perfecto para la práctica y visualización del deporte. Sin embargo, esta no es la única semejanza con dicho mercado, ya que el Palacio consta también de unas marquesinas, que no forman parte del arco-onda, pero que tienen su mismo ancho para darles así una continuidad visual. Como nota curiosa, cabe señalar que el pilar que soporta la marquesina funciona también como bajante de las aguas de lluvia de la cubierta gracias a un tubo de fibrocemento situado en su hueco.
Una de las dificultades que se encontraron a la hora de realizar la cimentación fue que los terrenos en los que se ubicaba la obra eran arcillosos, por lo cual necesitaron realizar un pilotaje que llegó hasta los 20 metros con una inclinación de 25º. Tras la cimentación se siguió con la construcción de los esbeltos contrafuertes inclinados, que resultaron ser un reclamo en la promoción publicitaria del edificio a causa de que Sánchez del Río decidió dejarlos a la vista cubriéndolos con piezas de vidrio transparente.
Por fin, el 22 de septiembre de 1975 se inauguró de forma oficial el Palacio de Deportes, que llegó a albergar grandes competiciones en sus primeros años y que después se mantendría como centro deportivo de la ciudad de Oviedo.
En la actualidad se encuentra pendiente de una remodelación que le devuelva el esplendor que tuvo en sus primeros años solucionando problemas tales como la climatización.
Últimas obras
Mercado de ganado de Pola de Siero
Coincidiendo con la construcción del Palacio de Deportes de Oviedo, Sánchez del Río comienza a proyectar la que será una de sus últimas obras, los Paraguas del Mercado de Ganado de Pola de Siero, encargo de su ayuntamiento.
En este trabajo Ildefonso vuelve a los paraguas del inicio de su carrera pero, a diferencia de aquellos, estos tienen una estructura laminar de hormigón armado y una forma invertida.
Sánchez del Río ideó tres paraguas de planta cuadrada de 20 metros de lado y un cuarto de planta octogonal de 40 metros de diámetro que ocupaba una extensión de 1200m2 equivalente a la medida histórica “un día de bueyes”, que era la superficie máxima que se podía arar con dos bueyes en un solo día.
Los paraguas proyectados superaban en tamaño y esbeltez a los construidos hasta entonces, de ahí que se solicitara al Laboratorio Central de Ensayos de Materiales la realización de varias pruebas para comprobar su comportamiento estructural.
El Mercado de Ganado de Pola de Siero fue construido en 1972 y no mucho tiempo después, en los 80, fueron demolidos los paraguas pequeños para ubicar en los terrenos la nueva estación de autobuses. El paraguas superviviente tuvo graves problemas a lo largo de los años a causa del poco espesor de la lámina de hormigón armado, de la mala cimentación y de las inclemencias climatológicas.
En octubre de 2019 se inauguró de nuevo tras las obras de rehabilitación.
La durabilidad de sus obras
Cuando los primeros ingenieros alemanes comenzaron a trabajar con las llamadas estructuras laminares de hormigón armado y pretensado apenas habían pasado unos años desde que esta innovación tecnológica había sido desarrollada. No se sabía cómo iba a evolucionar y aún menos a conservarse en un futuro, pero es que en aquellos años, la década de los veinte, preocuparse por el futuro no estaba en los planes a corto plazo de los ciudadanos. Era una época de desarrollo, de crear cosas nuevas y diferentes. Además, la publicidad decía que tenía una duración ilimitada y casi sin mantenimiento, ¿por qué no iba a ser cierto?
Los Thin Concrete Shells, como se llaman en inglés, se caracterizaban por su delgadez, lo cual en la época fue toda una revolución al hacer que las estructuras construidas fueran ligeras, creando posibilidades constructivas novedosas y radicales para los conceptos preexistentes.
Pero todo esto tuvo unas consecuencias claras con el paso de los años; estas estructuras laminares de extrema finura, como las de 3,5 cm de Ildefonso Sánchez del Río o las de 6 de Eduardo Torroja, han sido más susceptibles de problemas que las estructuras laminares de los ingenieros estadounidenses que trabajaban con espesores de 15 cm.
Otro punto muy importante a tener en cuenta es que no había un control de calidad con el hormigón que se usaba para estas estructuras y eso hace que a día de hoy sea casi imposible saber las especificaciones de cómo se creaba.
Todo este compendio de circunstancias ha hecho que algunas de las obras de Ildefonso hayan desaparecido para siempre y solo nos quede su recuerdo documental y en ocasiones fotográfico, y es una lástima, porque sus obras supusieron un hito dentro de la ingeniería civil española y hay que cuidarlas y preservarlas para que sigan inspirando a generaciones futuras y cuenten la historia de nuestro país a través de la figura de Sánchez del Río y la de sus compañeros de generación.
Bibliografía
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