Edificio industrializado, maqueta, 1955.
La retrospectiva que la fundación ‘La Caixa’ presenta durante este verano en Barcelona supone la segunda colaboración de dicha entidad con el Centro Pompidou de París. Así, como resultado del acuerdo entre ambas instituciones, se ha organizado esta nueva muestra integrada por 235 piezas –146 originales– que recorren la trayectoria artística del industrial y diseñador de mobiliario Jean Prouvé (París, 1901 – Nancy, 1984), donadas en su mayoría por la familia del autor al museo francés. Se trata de una selección de obras y documentos de muy diversa índole, desde fotografías y dibujos hasta maquetas, planos o mobiliario, que ofrecen al espectador la evolución de aquel que, tal y como afirman fuentes de la fundación, iniciándose como herrero artesano, “se convirtió en un ‘industrial’ versátil y polifacético, capaz de proyectar desde casas prefabricadas, mercados y estaciones de servicio hasta muebles de todo tipo, con una marcada conciencia social”.
De la forja artesanal a la producción en serie
En efecto, según Olivier Cinqualbre, uno de los curadores de la muestra y comisario jefe de la colección de arquitectura del MNAM-CCI/Centre Pompidou, es difícil ubicar a este “gran creador francés” que se sitúa a caballo entre el campo arquitectónico y el del mobiliario, pero que “ante todo es un industrial”. De hecho Prouvé –que careció del título de arquitectura o de diseño– fundaría muy pronto una empresa de construcción dedicada a la elaboración de elementos arquitecturales como puertas y ventanas, no tardando en trabajar con grandes arquitectos como Robert Mallet-Stevens o Le Corbusier y llegando a ‘inventar’ más adelante fachadas de paneles metálicos.
Formado artísticamente en el taller de su padre, el pintor, escultor y grabador Victor Prouvé (1858-1943), Jean continuó su aprendizaje junto a los maestros herreros Émile Robert y Adalbert-Georges Szabo, tal y como evidencia el dibujo a sanguina de 1921 donde su progenitor lo retrató con el martillo en mano. Precisamente, tres años después Prouvé fundó su ‘Herrería artística y cerrajería’ en Nancy, considerándose ante todo un artesano de “delantal de cuero” y nunca, en sus propias palabras, “un hombre de despacho” o “de dibujo”. Para Mallet-Stevens diseñaría cabinas de ascensor, balaustradas y barandillas de escaleras, apostando por una estética acorde a los nuevos tiempos y, por tanto, basada primordialmente en la elegancia conseguida gracias a una sencillez y calidad siempre compatibles con la economía y, sobre todo, con la funcionalidad. No en vano, desde 1929 Jean Prouvé estuvo asociado a la recién nacida Union des Artistes Modernes (UAM), para cuyo pabellón de la Exposición Internacional de las Artes y Técnicas Aplicadas a la Vida Moderna (París, 1937) ideó una rompedora escalera con zanca central y llevó a cabo tanto unos muebles concebidos en colaboración con Jacques André, como una caseta de baños proyectada junto a Le Corbusier, Pierre Jeanneret y Charlotte Perriand.
Por entonces, el progresivo crecimiento de su taller ya había dado lugar a la fundación de la Societé Anonyme Les Ateliers Jean Prouvé en 1931, momento a partir del cual el autor francés orientó su producción hacia la fabricación en serie, ampliando además su ámbito creativo desde los complementos arquitectónicos hasta la totalidad del inmueble construido. De este modo, según el propio Prouvé:
“En 1934-1935 imaginé otra forma de hacer arquitectura; es decir, otra forma de utilizar los materiales […]. Imaginé edificios con una estructura, de igual modo que el ser humano tiene un esqueleto, a la que había que añadir el complemento; y el complemento lógico para un esqueleto —ya fuera de acero, de hormigón o de madera— consistía en envolverlo en una fachada, una que fuera ligera puesto que la estructura se sostiene por sí sola”.
Arte, compromiso y funcionalidad
En consecuencia, Prouvé pasó a servirse del metal y el vidrio para propuestas como las del aeroclub Roland Garros de Buc (1935-1936) o la Casa del pueblo y mercado cubierto de Clichy (1936-1939), constituida por placas metálicas y elementos móviles y plegables. De esta suerte, explica Cinqualbre, con anterioridad a la II Guerra Mundial Jean Prouvé va a idear la creación de unos edificios que llegarán a ser iconos de la arquitectura del siglo XX. A su vez, las mismas condiciones de funcionalidad, durabilidad y baratura –sin renunciar al atractivo y a la originalidad– caracterizaron sus muebles, también realizados con chapa de metal y muchas veces plegables e inclinables. En este sentido, su silla Standard de 1934 fue perfeccionándose durante quince años hasta convertirse en la exitosa silla Cafétéria, a la que siguieron la Silla Dactylo núm. 304 (1950), la Mesa Centrale (1951), la Silla de parvulario y pupitre biplaza (1951), la Mesa Compás (1953) y la Silla de reposo Anthony (1955), de las que pueden contemplarse diversos ejemplares en la exposición del CaixaForum Barcelona. Así es como la muestra también contribuye a subrayar la dimensión social de la labor de Prouvé. Y es que, con el convencimiento de que el progreso debía favorecer una distribución equitativa de las comodidades, el industrial galo también impulsó la producción seriada de muebles para comunidades escolares, comedores o universidades.
Justamente el compromiso de Jean Prouvé, quien además colaboraría con la Resistencia durante la II Guerra Mundial y sería nombrado alcalde de Nancy en 1944, le impulsará a asociarse con Le Corbusier y Pierre Jeanneret para la construcción de unos pabellones desmontables –dormitorios, comedor, enfermería, salón y despacho de los diseñadores– configurados a base de pórticos centrales y elementos modulables para cubiertas o fachadas, y destinados a los obreros de la Société Centrale des Alliages Légers en Issoire (1939/1940). Asimismo, tras el conflicto bélico, Prouvé quiso participar en la reconstrucción de su país proponiendo la elevación de casas realizadas en fábricas y montadas in situ, a fin de dar alojamiento lo antes posible a todas aquellas personas a las que el enfrentamiento había privado de domicilio. Aunque al tratarse de edificios metálicos Prouvé no consiguió todos los encargos esperados, su técnica del forjado del metal, particularmente su especialidad de la chapa plegada –consistente en el conformado de finas hojas metálicas–, fue reconocida por muchos arquitectos que demandaron su consejo. Siguiendo este método Jean Prouvé construiría hitos arquitectónicos como la Casa Tropique (1949), la Casa Métropole (1950) y la Casa Coque (1951), esta última ensamblada con paneles de cubierta curvos y soportes metálicos.
A pesar de todo, la fábrica que crea Prouvé tras la guerra en Maxeville (Nancy) fracasa y debe venderla en 1954. Iniciará así una nueva etapa en la que trabajará asociado a otras empresas, como la sociedad industrial CIMT, donde es nombrado responsable del departamento de construcción en 1957. Es ahora, por ejemplo, cuando Prouvé perfecciona lo que se ha denominado mur-rideau o muro cortina. A partir de entonces y hasta el final de su vida seguirá ejerciendo como proyectista y consultor ingeniero a pesar de, como se ha mencionado, carecer de titulación oficial –hecho que provocará ciertas controversias, como la de su designación para presidir el jurado del concurso internacional que eligiera el proyecto de Renzo Piano y Richard Rogers para la edificación del emblemático Centro Pompidou–.
Diseño, pedagogía y herencia
Por otro lado, además de enfatizar la excepcional posición de Jean Prouvé en la Historia de la Arquitectura por su particular visión industrial, Marjorie Occelli, comisaria e investigadora del MNAM-CCI/Centre Pompidou, destaca la actividad docente ejercida por Prouvé al final de su vida como profesor del CNAM (Conservatorio Nacional de Artes y Oficios de París). De acuerdo con Occelli, en el transcurso de sus enseñanzas, Prouvé continuó diseñando y explicando sus principios constructivos por medio del dibujo, de ahí que parte de la importancia de la exposición radique en mostrar la capacidad que tuvo Prouvé para transmitir pedagógicamente unas nociones que hoy se consideran de una importancia inmensa para la Historia de la Arquitectura del siglo XX.
En resumen y tal y como concluye Olivier Cinqualbre, “Jean Prouvé va a ser un personaje que muy a menudo no construirá bajo su nombre, pero que acompaña toda la arquitectura francesa durante la segunda mitad del siglo XX, viéndosele asociado a numerosos arquitectos importantes por medio de colaboraciones. Además, el trabajo, la concepción de Prouvé, va a interesar siempre a los jóvenes arquitectos, a los nuevos designers, comenzando por uno de los autores del Centro Pompidou, Renzo Piano, que integrará en su trabajo la concepción de Prouvé, especialmente, la realización de prototipos arquitectónicos (…) existe, pues, una fascinación por el trabajo de alguien que posee una técnica, un saber hacer, una competencia, y que a través de materiales como el metal, sea el acero o el aluminio, consigue realizar formas que prácticamente nunca pasarán de moda”.
El universo de Jean Prouvé. Arquitectura / Industria / Mobiliario
CaixaForum Barcelona
Del 15 de julio al 31 de octubre de 2021
Más información en: www.caixaforum.org