Paul Strand. La belleza directa en el Museo Carmen Thyssen Málaga
Anna Attinga Frafra, Acra, Ghana, 1964.
La ciudad de Málaga acoge durante este final de otoño varias exposiciones de fotografía muy interesantes. Se trata de propuestas muy dispares entre las que destacan La belleza directa, una retrospectiva del fotógrafo americano Paul Strand; la magnífica muestra del trabajo de la artista parisina Sophie Calle; María Zambrano. Mirar la palabra, pensar la imagen, con fotografías de Sergio Romero; la colectiva El París de Brassaï. Fotos de la ciudad que amó Picasso; o Metal, con fotografías de Dennis Manarchy.
En esta ocasión nos vamos a centrar en dos de ellas: las de Paul Strand y Sophie Calle, ambos grandísimos artistas con muy diferentes formas de concebir la fotografía. Del estilo directo, descriptivo, formal y de fuerte componente social de Strand al conceptualismo de las propuestas de Calle, en su juego incesante con la palabra y las emociones.
El Museo Carmen Thyssen Málaga nos propone una muestra de la trayectoria del prestigioso fotógrafo norteamericano Paul Strand (Nueva York, 1890 – Orgeval, 1976), a través de 131 imágenes procedentes de las Colecciones Fundación Mapfre.
La exposición se divide en tres secciones que proponen un recorrido cronológico y geográfico por la obra de Strand, pionero de la fotografía moderna, desde sus inicios en el mundo de la fotografía, en su América natal a principios del siglo XX, hasta sus últimos trabajos, ya en su retiro francés, en la década de los 70.
A lo largo de este recorrido se pueden advertir no solo la magnitud e importancia de la obra de Strand, sino los elementos que la definen prácticamente desde sus inicios: la mirada directa, su fuerte compromiso social, la experimentación, los encuadres, el interés por la composición, su trabajo con luces y sombras, los temas que aborda a través de sus fotografías y, sobre todo, la profunda humanidad de su objetivo.
Primeros experimentos con la imagen. Abstracción y fotografía directa. Nueva York (1915-1930)
De sus comienzos en Nueva York destacan obras como Mujer ciega (NY, 1916) u Hombre anuncio (NY, 1916), extraordinarios retratos en primer plano de personajes de clases populares que poblaban las calles neoyorquinas a principios del siglo XX o fotografías de la propia ciudad, como Wall Street, una imagen que captura la esencia de una metrópoli de rotundas arquitecturas y personas en continuo movimiento. De esta primera etapa también resultan muy interesantes las fotografías de naturalezas muertas, como la obra Tazones, profundamente ligadas a la abstracción, que Strand absorbió de las vanguardias europeas a través de su relación con la Galería 291.
En estos primeros años destaca el interés del autor por la experimentación, así como por reivindicar las posibilidades artísticas de la fotografía a través de una mirada rigurosa. No en vano, Paul Strand es uno de los impulsores de la “fotografía directa” (Straight Photography), un movimiento que reivindicaba la dimensión artística de las imágenes por sí mismas, sin necesidad de artificios, un nuevo lenguaje que en gran medida asentó los cimientos de la fotografía moderna.
Viajes por América y Europa (1930-1955)
A partir de 1930 Strand inicia proyectos fotográficos en diferentes lugares del mundo. Sus primeros viajes le llevan a Texas, México y Nueva Inglaterra para trasladarse a Europa, ya a partir de la década de los 50.
De su viaje a México nos han quedado maravillosas imágenes de personas tomadas sin que fueran conscientes de que estaban siendo retratadas, como la fotografía Mujer y niño. Durante este periodo, Strand continúa interesado en reflejar la dignidad de las clases populares. El portfolio mexicano incluye, además de retratos, imágenes de figuras religiosas, de iglesias o de arquitectura popular en un intento –totalmente plasmado a través de la cámara– de mostrar la vida cotidiana de toda una comunidad.
Ya en 1945, Strand se traslada a Nueva Inglaterra con el objetivo de editar, con textos de Nancy Newhall, un libro de fotografía finalmente publicado con el título Tiempo en Nueva Inglaterra. Este libro recoge imágenes tomadas en Vermont y Maine: retratos en los que Strand buscaba reflejar gestos y rasgos de la personalidad –como la vejez en la fotografía Mr. Bennett, Vermont (1945)–, paisajes rurales o interiores domésticos, siempre desde una mirada directa, con una cuidada composición, sin alteraciones en la disposición de sus elementos.
A principios de los años 50 Strand abandona América huyendo de la “caza de brujas” entre los intelectuales de izquierdas y se instala en Francia. Desde este momento comienza un itinerario a través de Europa que le llevará también a Italia, las islas Hébridas en Escocia, y Rumanía, países en los que desarrolla diferentes proyectos fotográficos y editoriales.
De estos viajes surgen fotografías icónicas como La familia Lusetti (1953), Muchacho (1951) o Granja bretona. En esta fase europea centra su objetivo en el mundo rural, intentando capturar su esencia, como en ocasiones anteriores, tanto a través de paisajes naturales o escenas de la rutina cotidiana como de retratos que muestran rostros que transmiten, según sus propias palabras, fuerza y dignidad: “me gusta fotografiar a gente con fuerza y dignidad en sus caras; por mucho que la vida los haya maltratado, no se derrumban”.
Viajes a países africanos y retiro en Orgeval, Francia (1955-1976)
A finales de la década de los 50 Strand viaja a África. De su actividad en este continente surgen los libros de fotografía Vivir Egipto y Ghana, un retrato africano. En ambos casos, junto con el proyecto desarrollado en Marruecos del que no hubo publicación, el fotógrafo retrató la esencia y las tradiciones culturales y religiosas de estos países en imágenes que evocan un ambiente exótico, pero también el desarrollo social, como en Anna Attinga, retrato de una mujer ghanesa fotografiada con la peculiar forma en la que las mujeres africanas cargan objetos sobre su cabeza, salvo que en esta imagen la mujer no carga cestos ni cántaros, sino libros. Todo un símbolo de la importancia de la incorporación de la mujer a la educación.
Durante sus últimos años de vida Strand siguió fotografiando y experimentando, pero ya en la tranquilidad del jardín de su casa en Orgeval (Francia), donde murió en 1976. Una de sus fotografías finales, Manzana caída, forma parte de su último proyecto precisamente llamado “El jardín”, que conforma, sin duda alguna, la parte más personal de toda su obra, con un retorno a la abstracción a través de la fotografía de su propio entorno natural.
Paul Strand. La belleza directa. Fotografías de las colecciones Fundación Mapfre
Del 16 de noviembre de 2021 al 6 de marzo 2022
Museo Carmen Thyssen Málaga
Más información en: www.carmenthyssenmalaga.org