Vista de la exposición.

En 1988 la Obra Social ‘la Caixa’ adquirió una amplia representación de pinturas y dibujos del artista Hermen Anglada-Camarasa (1871-1959), de los que una selección se muestra de forma permanente en CaixaForum Palma desde 1993. Tras su remodelación hace unos años, la sala permanente de la Colección Hermen Anglada-Camarasa se renueva de forma periódica con el fin de contribuir a la constante divulgación pública de la obra del creador barcelonés. A este respecto, es preciso recordar que la Colección Hermen Anglada-Camarasa de la Fundación ‘la Caixa’, declarada Bien de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura en 2003, se compone de 328 obras y 194 objetos personales del pintor, quien viajaría por primera vez a Mallorca en 1909 y que, con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, terminará afincándose en la localidad costera de El Port de Pollença.

Trayectoria e influencia de Anglada-Camarasa

Con anterioridad, Hermen Anglada-Camarasa se había formado en Barcelona y, entre 1894 y 1895, se había trasladado por primera vez a París, donde más tarde iniciaría una segunda estancia que se prolongaría desde 1897 hasta 1904. Fueron años de precariedad y privaciones en los que el ambiente postimpresionistamodernista de la capital francesa determinó el intenso colorido de corte decorativo que caracteriza las obras que Anglada llevó a cabo por aquel entonces. En ellas el pintor barcelonés reprodujo magistralmente la atmósfera nocturna parisina, interesándose especialmente por sus escenas callejeras, la vida en los locales de ocio y la iluminación eléctrica. A esta temática se añadiría poco después el tipismo gitano, fruto de distintos viajes por la Península, especialmente el que le llevó a Valencia en 1904. 

A pesar de las penurias de sus primeros años, Anglada-Camarasa terminaría alcanzando un gran éxito internacional, inédito entre los pintores españoles desde Mariano Fortuny. Su influencia fue especialmente notable en Italia y entre los artistas rusos, sin olvidar que Anglada fue uno de los primeros artistas nacionales que logró ser reconocido en Estados Unidos y uno de los pocos que creó escuela en América Latina, donde hoy sigue siendo un nombre de referencia: hecho debido en parte a su trabajo en la Academia Vitti de París, adonde acudían muchos artistas estadounidenses y latinoamericanos en busca de formación.

Paisajes mallorquines de Mir y Anglada

No obstante, al margen de la vida parisina y el costumbrismo español, la producción pictórica de Hermen Anglada-Camarasa se va a distinguir por el cultivo del género del paisaje, tal y como pretende poner de relieve la nueva exposición del CaixaForum Palma, que permanecerá abierta al público hasta octubre del 2022. Paralelamente, la muestra ofrece la oportunidad única de confrontar la realización paisajística de Hermen Anglada-Camarasa con La cala encantada de Joaquim Mir (1873-1940), extraordinario lienzo perteneciente a la Colección ENAIRE de Arte Contemporáneo que se exhibe de forma habitual en la Sala de Autoridades del Aeropuerto de Palma de Mallorca. Justamente, La cala encantada acaba de protagonizar la exposición Azul. El color del Modernismo, también organizada por la Fundación ‘la Caixa’ en el mismo CaixaForum Palma. Tal y como se explicaba en el reportaje que En Perspectiva dedicó a dicha muestra en su momento, se trata de una de las tres versiones del mismo tema que Mir realizó en Deià a partir de 1901 y que hoy integran las colecciones del MNAC, del Museo de Monstserrat y de la Fundación ENAIRE, respectivamente. En esta última, el artista modernista reproduce una vista panorámica de gran formato de la cala de Sant Vicenç, donde –según el propio Mir– “el mar, azul cobalto, refleja esas rocas encendidas y queda también rojo como la sangre”. Cabe destacar a este propósito que Joaquim Mir residió en Mallorca hasta 1904, habiendo acudido a la isla a instancias de Santiago Rusiñol a finales de 1899. Durante ese periodo, el arquitecto Lluís Domènech i Montaner encargó a ambos pintores la decoración del salón-comedor del Grand Hôtel de la capital mallorquina (1903) –actual CaixaForum Palma–, donde se colgó esta obra que hoy vuelve a exponerse en su lugar de origen.

Además de La cala encantada, la muestra cuenta con otro lienzo perteneciente a la Colección ENAIRE: Tormenta en la playa. Este cuadro de Anglada-Camarasa entabla un diálogo con la citada obra de Mir y establece una conexión entre la evolución de la concepción del paisaje por parte de ambos artistas, figuras clave del modernismo español. Como recuerda Ana María Preckler en su Historia del Arte Universal de los siglos XIX y XX (2003), Tormenta en la playa se encuadra en la producción paisajística que Anglada lleva a cabo a partir de 1914, cuando el pintor inicia su primera estancia de larga duración en Mallorca hasta la Guerra Civil. Entonces, “su estilo cambia, el colorido se aclara y suaviza, predominando las gamas en tonos pasteles”. Precisamente, Preckler define Tormenta en la playa como una “hermosa marina en gran formato, con nubes rosáceas muy gruesas y redondeadas ocupando casi todo el lienzo y estrecha franja marítima en verdes”.

Arte y Naturaleza 

Un tratamiento personal del paisaje que hace recordar las palabras redactadas por Ramón Pérez de Ayala para el número del 3 de agosto de 1916 del semanario España (recopilado por Florencio Friera Suárez en Ramón Pérez de Ayala: Artículos y ensayos en los semanarios España, Nuevo Mundo y La Esfera, 1986). Así, decía el escritor ovetense:

(…) A la vuelta de algún tiempo, casi todos verán la pintura de Anglada Camarasa como superpuesta a una zona de la naturaleza, y dirán: ‘Cómo se parece la naturaleza a Anglada Camarasa’. Como también se parecen los jardines a la pintura de Rusiñol, que no ella a ellos. Como se parece un ciprés a una torre gótica, y no a la inversa. Como se parece el rumor de la selva a Wagner, y no al contrario. Como se parece España a Cervantes, y no Cervantes a España. Todo arte, todo artista, crean un trozo inédito e insospechado de naturaleza. Es lo que Oscar Wilde expresaba paradójicamente: ‘En estos últimos diez años, desde que se popularizaron los paisajes urbanos londinenses de los impresionistas, el clima de Londres ha cambiado por completo. Hay unas nieblas de plata, unos efectos de luz y unos cielos que antes no existían, o por lo menos nadie los echaba de ver. También, desde la pintura de los prerrafaelitas el tipo de la mujer inglesa es totalmente diferente’. (Cito de memoria. En substancia, respondo de la exactitud).

Vaticinando además Pérez de Ayala que: 

Estoy viendo que a la naturaleza le va a entrar la manía de vestirse a la moda angladesca, con tisúes, brocados y esplendor, y la comezón de infundir en la carne y en los ojos femeninos esa luz sutil, suprasensible y trascendental, cuyo único manadero fluye de la retina miope y soñadora de Anglada Camarasa

Joaquim Mir y la emoción pictórica

Por cuanto respecta a Joaquim Mir y como recuerda Preckler, fue considerado por Antonio Manuel Campoy, en Cien maestros de la pintura española contemporánea (1976), un impresionista “rezagado” que “consagrará entre nosotros [el Impresionismo] con una jugosidad vitalísima, con una fruición que sin duda es romántica. (…) Al contrario de los franceses lo que predomina en Mir es la emoción, a la que siempre se subordina su sensibilidad”. Precisamente, el pasado 27 abril se cumplieron ochenta años del fallecimiento de Mir, pintor modernista instruido en la Escuela de la Lonja de Barcelona y que en sus primeros años de trayectoria pictórica formó parte de ‘La Colla del Safrà’ o ‘El Grupo del Azafrán’, fundado en 1893 por Isidre Nonell y cuyo nombre deriva de las luces del atardecer en tonos azafranados que caracterizan los cuadros de los pintores que lo integraron. A raíz de su estancia en Mallorca, Mir dedicó especial atención al paisaje y a la aplicación del color y ya en 1901 envió varias obras de temática mallorquina a la Exposición Nacional de Madrid y a la Sala Parés de Barcelona que, de acuerdo con Teresa Camps en su artículo ‘La relació de mecenatge entre l’industrial Avelino Trinxet i el pintor Joaquim Mir’ (1999) “causan una gran impresión y son especialmente valoradas por Raimon Casellas, entonces crítico de La Veu de Catalunya”. En esta época y, en palabras de Preckler, Mir cultiva:

(…) un impresionismo exaltado, extremadamente colorista y vital, casi fauve, mostrado en una pintura muy personal con gran exaltación cromática, a veces hiriente y desmesurada, aunque siempre poderosamente atrayente y sugestiva, ejecutada con pincelada larga, fluida y nerviosa. En ocasiones su colorido y forma se hacen expresionistas.

En resumidas cuentas, desde la Fundación ‘La Caixa’ se pretende resaltar como Hermen Anglada-Camarasa y Joaquim Mir, “considerados dos de los grandes paisajistas de la pintura catalana, dos artistas con trayectorias paralelas, coincidieron en la misma admiración por el paisaje de Mallorca. Si bien en momentos ligeramente diferentes, el descubrimiento de la isla fue decisivo para ambos, ya que les permitió dar con un lenguaje propio al desarrollar una pintura de paisaje personal, moderna y original, llena de luz y de color”.

Hermen Anglada-Camarasa i Joaquim Mir a Mallorca
Del 5 de noviembre de 2020 a octubre de 2022
CaixaForum Palma
Más información en: www.caixaforum.es