El Palleter, 1884. 

En 2023 se celebran los aniversarios del fallecimiento de dos grandes pintores nacidos en España: Picasso y Sorolla. Una de las exposiciones organizadas para conmemorar el centenario de la muerte de este último es la que, producida por el Museo Sorolla, la Fundación Museo Sorolla y el Museo de Bellas Artes de Valencia, ha reunido un interesante conjunto formado por noventa y tres de las obras más tempranas del artista levantino, realizadas todas ellas entre 1878 y 1884. De este modo se nos brinda la oportunidad de profundizar en el proceso creativo del Sorolla más joven a través de una serie de acuarelas, óleos, dibujos, fotografías y material documental, todos ellos correspondientes al periodo anterior al viaje que Sorolla realizó a Italia tras ser pensionado en Roma por la Diputación provincial de Valencia. Comisariada por el conservador del Museo Sorolla, Luis Alberto Pérez Velarde, la muestra —que incorpora un nuevo cuadro al catálogo razonado de Sorolla— recorre los años de formación del pintor y el comienzo de su participación en las exposiciones regionales y nacionales a través de una selección de obras en su mayoría inéditas y que se distribuyen en cuatro grandes seccionesEntre Valencia y MadridLa Exposición Regional de 1883Los grandes premios y El arte de retratar.

Pintura española, fotografía y retrato

Joaquín Sorolla Bastida nació el 27 de febrero de 1863 en Valencia. La epidemia de cólera que asolaría la ciudad dos años después lo dejó huérfano, siendo entonces acogido junto con su hermana Concha por sus tíos maternos, Isabel Bastida Prat y José Piqueres. Los dos hermanos cursaron sus primeros estudios en la Escuela Normal de Valencia y en el Instituto de Segunda Enseñanza donde Sorolla destacó en las clases de dibujo. En aquellos años ayudó a su tío, cerrajero de profesión, y compaginó este trabajo con clases nocturnas en las Escuelas de Artesanos. En 1878, con 15 años, el joven ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. Fue entonces cuando entre cuadros de género, pinturas orientalistas, naturalezas muertas y vistas urbanas, realizó el Bodegón que le asociaría a su primer mecenas y futuro suegro, el fotógrafo Antonio García Peris. Gracias a él, Sorolla se familiarizó con la captación atenta del natural, un aspecto que se mantendría siempre presente en su pintura y que lo convertiría en uno de los grandes retratistas de referencia internacional ya desde la primera década del siglo XX. 

También fue por aquel entonces cuando Sorolla comenzó a viajar a Madrid, donde participaría en la Exposición Nacional de 1881 y donde copiaría las obras de los grandes nombres de la tradición pictórica española que atesora el Museo del Prado, entre ellos Ribera y, sobre todo, Velázquez. La profunda huella del realismo barroco español podrá observarse a lo largo de toda su carrera y, en particular, en la ejecución de sus retratos. En efecto, su contribución a la retratística revela una clara inspiración en estos maestros antiguos, una influencia que se manifiesta mediante la captación tanto de los rasgos fisionómicos esenciales del modelo, como de su personalidad intelectual

Exposición regional de 1883 e influencia de Francisco Domingo

En 1883 Joaquín Sorolla tomó parte en la sección que la Exposición Regional de aquel año dedicó a los artistas valencianos. Así, el pintor expuso seis lienzos junto a los de otros importantes autores locales como Emilio Sala, Salvador Martínez Cubells, Antonio Gomar y Vicente Borrás. Las imágenes fotográficas que documentan el certamen, donde también estuvieron presentes las antigüedades, han permitido identificar todos los cuadros enviados por Sorolla a excepción de un paisaje. Cuatro de ellos se exhiben en Madrid antes de viajar a Valencia: se trata de El oferenteDesnudo masculinoCaballero con bandaLa esclava y la palomaDesnudo y, por último, Monja en oración, obra que le valió al artista su primera medalla de oro a pesar de que, en palabras del primer biógrafo del artista, Rafael Doménech, ‘no tiene nada de Sorolla’. Sea como fuere, en ella se aprecia el influjo del maestro Francisco Domingo, del que dirá el propio Joaquín Sorolla en su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando: ‘Domingo fue el faro que iluminó la juventud de mi tempo no solo en Valencia, sino en toda España. Reunía todas las cualidades del artista soñado’. Particularmente, en la citada Monja en Oración se hace ostensible la impronta de la Santa Clara en éxtasis del citado Domingo, un lienzo que a su vez remite a Velázquez y a la pintura hispana del siglo XVII. 

El dos de Mayo y El grito del Palleter

A continuación, la muestra se detiene en los dos cuadros de historia que otorgaron a Sorolla el reconocimiento artístico oficial necesario para convertirse en un pintor de renombre. Por una parte, la Exposición Nacional de 1884 brindó al artista la oportunidad de presentar al público madrileño El Dos de Mayo. Según Christian Demange ‘deseoso de conseguir un premio después de una primera participación decepcionante’, Sorolla se sirve de un dibujo preparatorio de Castellano para ‘construir un cuadro enorme y pretencioso’, con Daoíz y Velarde ocupando el centro de la composición —que no deja de recordar el modelo fijado en 1835 por Leonardo Alenza—. El éxito del lienzo, que obtuvo segunda medalla, no impidió que su excesiva teatralidad fuera objeto de ciertas críticas. Más tarde, otro asunto relacionado con la Guerra de la Independencia proporcionará a Sorolla un nuevo triunfo aquel mismo año de 1884. Se trata de El grito del palleter o El palleter dando el grito de independencia que, como señala Jordane Fauvey, representa ‘la reacción patriótica del pueblo valenciano frente al invasor francés’. Este tema, propuesto por el jurado del examen final del concurso organizado por la Diputación de Valencia para conceder la pensión de Roma, permitirá a Sorolla continuar su formación en la capital Italiana.

Retratos

Es durante su primera etapa valenciana cuando Sorolla comienza a retratar a las personas de su entorno, lógicamente amigos y familiares como su hermana Concha. Así, aunque en la actualidad se desconoce la identidad de muchos de estos retratados, es de suponer que, en general, se trataría de allegados del pintor, también compañeros de estudios, véase el lienzo titulado Retrato de hombre que se exhibe en la muestra. Sorolla daba entonces sus primeros pasos en el arte de la retratística, del que se convertiría en uno de los principales representantes hispanos junto con Vicente López o Federico y Raimundo de Madrazo, pintores que cultivaron a fondo un género que gozó de una demanda cada vez mayor entre la ascendente clase burguesa.

En este punto conviene recordar la exposición de retratos de Sorolla que paralelamente ha organizado el Museo Nacional del Prado y que podrá contemplarse en Madrid hasta el 18 de junio. Como señalan fuentes de la pinacoteca, ‘La facilidad para la captación del natural en un instante, en el que el retratado se hace presente con una intensa sensación de realidad, es característica de todas estas obras. En ello Sorolla no solo era fiel a su visión naturalista sino también a la profunda percepción de lo individual propia de la gran tradición pictórica española’. Precisamente, entre sus retratos masculinos se encuentran los de destacados personajes de la cultura de su tiempo, muchos de ellos vinculados con la Institución Libre de Enseñanza, con los que Sorolla entablaría una gran amistad. En algunos de estos cuadros, como en el que inmortaliza a Jacinto Felipe Picón y Pardiñas, hijo del escritor y crítico Jacinto Octavio Picón y Bouchet, el pintor se sirve de un formato horizontal que se volverá recurrente y que le permitirá ofrecer encuadres novedosos, dando un movimiento especial a las figuras retratadas, que a menudo presentan un cierto grado de inclinación hacia uno de los lados.

Sorolla. Orígenes
Museo Sorolla, Madrid
Del 19 de diciembre de 2022 al 19 de marzo de 2023
Museo de Bellas Artes de Valencia
Del 30 de marzo al 11 de junio de 2023
Más información en: www.museosorolla.es y www.museobellasartesvalencia.gva.es