Ancestrales. Vista de conjunto.
Si 2023 fue el año de la presentación de las más recientes creaciones audiovisuales de Ramón Cerezo, expuestas en la muestra Imatge per imatge de la Fundació Marguerida de Montferrato (Lleida) y la Casa de la Imagen de Logroño, el recién inaugurado 2024 ha podido conocer una nueva serie de esculturas que el artista ha agrupado bajo el título de Ancestrales y cuya esencia —‘espiritual’, ‘chamánica’, ‘sobrenatural’, ‘meditativa’ ‘austera’, ‘barroca’, a un tiempo ‘caótica’ y ‘armónica’— se nos desvela a lo largo de la siguiente entrevista.
EN PERSPECTIVA: Tras su incursión en el mundo del videoarte, ¿regresa Ramón Cerezo al terreno de la experimentación propiamente escultórica?
RAMÓN CEREZO: En realidad mis últimos proyectos (Metamorfosis, Musas) no han sido mi primera incursión en el mundo del videoarte. Marte ya fue el primero, allá por 2018. Así pues, igual que después de unos años he retomado el videoarte, ahora, con Ancestrales, vuelvo a la experimentación escultórica, aunque también pictórica. Lo cierto es que el arte no se limita a un único lenguaje. Nunca me ha gustado sentirme forzado a un único medio, por eso he ido experimentando con distintas expresiones artísticas, según me he ido sintiendo más cómodo, más libre.
E-P: El título de su serie Ancestrales nos traslada a un tiempo remoto. ¿Cuál es la idea que ha originado este nuevo conjunto?
RC: La idea de Ancestrales ha sido generar una conexión espiritual chamánica con el eterno mundo del más allá y con el que siempre ha habido personas que han conectado, desde el mismo inicio de las religiones y el arte rupestre (Altamira), hasta la contemporaneidad, como por ejemplo Joseph Beuys, que tras un accidente de avión en la Segunda Guerra Mundial fue salvado de la muerte por los chamanes de Crimea. Lo cierto es que yo siento que estoy más conectado con el arte rupestre que con el academicista, el cual está desconectado del más allá. Ancestrales, como se ve, está en las antípodas del arte entendido como comercio, decoración o pura y simple técnica y/o estética.
E-P: Pensando en Chamanes, el esoterismo resulta inherente a estas piezas. ¿De qué manera se asocian aquí espíritu y sobrenaturalidad?
RC: El espíritu es, a mi entender, el mensajero de lo sobrenatural. Una vez liberado del mundo material quedo a disposición del mundo del más allá. El mentor, el guía es el Espíritu Santo, pero no el que nos han pintado las religiones. El nexo entre el mundo material y el más allá es el chamán, el cual no interviene en la esfera de lo mundano porque está ocupado en las cosas de lo invisible. Por el contrario, si éste no está en conexión con el Espíritu Santo, no accede al más allá. Para mí, un ejemplo claro de artista que ha estado al servicio del Espíritu Santo es Gaudí. Es al servicio de esto que está Chamanes, y yo al del Espíritu Santo.
E-P: ¿Cómo habría que entender los términos Chamizos y Harapos en relación con los citados Chamanes?
RC: Un chamizo es el lugar de un chamán, su altar, su espacio de meditación, mientras que los harapos son los hábitos propios de éste. San Ignacio de Loyola, que también era un chamán, pasó de ser un noble que lo tenía todo (en un sentido terrenal) a no tener más que un hábito hecho jirones durante los diez meses que pasó rezando en la cueva que hoy llamamos de San Ignacio, en Manresa. Los harapos los volvemos a encontrar en la Cruz de los Harapos de la catedral de Santiago de Compostela, donde el peregrino, una vez recorrido el ‘camino’ (empecé a andar, y me encontré en el camino…), se desprende de sus viejos ropajes, como símbolo de su tránsito, cual ave fénix. En otras palabras; el chamán sabe lo que es, no necesita un hábito (el hábito no hace al monje, dice el viejo refrán), por eso cuatro harapos le sirven, igual que en Ancestrales cuatro harapos bastan.
E-P: ¿Bastidores y caballetes en proceso de deconstrucción o estructuras que nos recuerdan sus formas?
RC: Para empezar, debo aclarar que yo lo concibo todo desde la dualidad; así como las monedas tienen su cara y su cruz, los cuadros también tienen tanto su parte visible como la invisible. En ese sentido, bastidores y caballetes funcionan aquí a modo de esqueleto, el cual, por más que permanezca oculto, invisible al ojo, es nuestro sostén, el armazón imprescindible para la vida. En Chamanes yo los dejo ver, los saco a la luz para que sean protagonistas, ya que son parte fundamental de la obra. Esa es también la idea detrás de la exposición Reversos del Museo del Prado, donde precisamente se exponen los cuadros al revés, su ‘cara oculta’, pero no por ello ‘menos cara’.
E-P: En los materiales, en el estilo y en la técnica, en el recuerdo de formas como el cubo, se nos revela el Ramón Cerezo de siempre. Sin embargo, ¿qué novedades estéticas implican sus Ancestrales?
RC: La austeridad y sencillez propias de un chamizo, del hábito del chamán y de sus útiles, que en sí son su propia imagen. No necesita nada del mundo material porque sabe que lo tiene todo. Sobra decir que no se trata de una obra decorativa, o amable, igual que no lo son la imagen de un chamán o su chamizo.
E-P: Estilísticamente, ¿nos hallamos ante un Cerezo ‘barroco’?
RC: Si lo comparamos con la sencillez geométrica del cubo sí, con su pureza formal y su atractivo minimalismo sí, pero es que en realidad un chamán y su chamizo no dejan de ser barrocos, en contraste con la limpieza elemental de una pirámide o un obelisco.
E-P: En una de las imágenes de esta serie se aprecian las esculturas que constituyen Ancestrales dispuestas a modo de un cúmulo de objetos almacenados sin ordenación aparente. ¿Concibe su conjunto al modo de una instalación? ¿De qué manera podría interpretarse?
RC: Efectivamente se trata de un tormento de ideas, un caos, el cual no deja de ser el principio del orden. De este caótico amasijo de formas, materiales y sueños, nace este proyecto Ancestrales, casi a la manera de un yacimiento arqueológico. A modo de anécdota, cuando veo el desorden de mi taller lleno de obra me figuro el laboratorio de un alquimista, y a veces digo: ‘duermen los gigantes…’. Sin embargo, no se trata de una instalación; son ‘piezas’ diferentes, cierto, individualizadas para el estudio del chamán-artista, pero siguen siendo una unidad. En otras palabras; la verdad, la inspiración es una, pero yo la disecciono en un grupo escultórico para su estudio.
Desde 1991 Ramón Cerezo ha participado en innumerables exposiciones colectivas tanto dentro de España —en Cataluña, Madrid, Andalucía, Cantabria o La Rioja—, como en el extranjero —Francia, Alemania, Reino Unido y Eslovenia—. Muy numerosas son también sus muestras individuales, celebradas desde 1997 en Granada, Barcelona, Terrassa, Madrid, Sitges, Vigo, Xàbia, Bilbao, Almagro y Balaguer, así como en las localidades alemanas de Freiburg y Stuttgart. Finalista en varios certámenes escultóricos convocados en Álava, Castellón o Girona, algunos de sus trabajos integran las colecciones del Museo Würth La Rioja, la Fundación Vilacasas Can Mario (Palafrugell, Girona), la Fundación para el arte concreto Roland Phleps (Freiburg, Alemania) y la Fundación Marguerida de Monferrato, 2019 (Balaguer, Lleida).