Cristina García Rodero.

La nueva cita expositiva del programa ‘Arte en la Calle’ –impulsado en esta ocasión por la Fundación ‘La Caixa’ y el Ayuntamiento de Santander– propone un intenso y colorista viaje a las zonas rurales de Anantapur (Andhra Pradesh), una de las regiones más pobres de la India. Así, a través del objetivo de la fotógrafa Cristina García Rodero, la muestra Tierra de sueños presenta en la Plaza de la Porticada cuarenta imágenes que documentan el importante papel que juega la mujer india en el desarrollo y transformación de la realidad local. Una iniciativa que nace de la colaboración establecida entre ‘La Caixa’ y la Fundación Vicente Ferrer con el fin de mejorar las precarias condiciones de vida de las personas que allí se encuentran en situación marginal y en riesgo de exclusión social.

Tras ser invitada a participar en el proyecto, García Rodero retrató durante mes y medio a mujeres de todas las edades, cuyas muy diferentes ocupaciones –campesinas, costureras, profesoras, enfermeras o estudiantes– las convierten en protagonistas de la dinamización económica del lugar. A tal fin, la autora, que también se ha encargado de comisariar esta exposición organizada y producida por la Fundación ‘La Caixa’ y el consistorio santanderino, visitó hospitales, centros de acogida de mujeres víctimas de malos tratos, talleres, escuelas y domicilios particulares, inmortalizando instantes que permiten visualizar la realidad de la mujer india –además de la de los niños y la de otras personas con discapacidad– cuya existencia a menudo pasa desapercibida para el conjunto de la sociedad del mundo globalizado en que vivimos. De ahí que según expresa Manuel Rivas en el catálogo Tierra de Sueños (Tenov, 2016):

Vemos esas miradas y esas manos. Son miradas que sueñan, sí, pero lo que es más importante: ejercen el derecho a soñar. El activismo de las mujeres, organizadas en asambleas, es la principal energía alternativa que está transformando Anantapur. Esa red solidaria ha hecho posibles centros de protección a las mujeres maltratadas, cooperativas de autosuficiencia, asistencia sanitaria en todos los hogares, suministro de agua en cada aldea, miles de viviendas dignas. En la India, ya no la tierra olvidada, sino un referente, un depósito de la esperanza.

En este sentido no hay que olvidar que, en palabras de Julio Llamazares, la fotografía de Cristina García Rodero se concibe “como instrumento antropológico y artístico a la vez”. La artista, nacida en Puertollano en 1949, se licenció en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid (1968-1972) y, tras complementar su formación estudiando fotografía en la Escuela de Artes Plásticas y Diseño de Madrid (1970-1971), se dedicó a fotografiar las fiestas y tradiciones de los pueblos españoles, en buena parte gracias a una beca de creación artística de la Fundación Juan March. De esta suerte, durante más de dos décadas García Rodero documentó las celebraciones populares que luego se recopilaron en el volumen España oculta, premiado en 1989 como ‘Mejor Libro de Fotografía’ con motivo del XX Encuentro Internacional de Fotografía de Arlès. Asimismo, su proyecto “Vida tradicional, fiestas, cultos y ritos en el Mediterráneo europeo” le valió el premio ‘Eugene Smith de Fotografía humanista’ en Nueva York. Son tan solo dos galardones de la extensa lista de reconocimientos que avalan la trayectoria artística de Cristina García Rodero, entre ellos el World Press Photo (1993), el Premio Nacional de Fotografía (1996), el FotoPres ‘la Caixa’ (1997), el Premio Godó de Fotoperiodismo (2000) o el de PhotoEspaña 2000, aparte de las medallas de oro al Mérito en las Bellas Artes (2005) y de Castilla-La Mancha (2016) y, más recientemente, el premio PhotoEspaña 2017. Tampoco hay que olvidar que Cristina García Rodero es la primera fotógrafa de nuestro país a la que se ha dedicado un museo propio (en su ciudad natal), además de haber sido la primera española en formar parte de la prestigiosa agencia de fotoperiodismo Magnum.

A este propósito, retomando el prólogo que el escritor leonés Julio Llamazares le dedica en su monografía de la Biblioteca de Fotógrafos Españoles (La Fábrica, 3ª ed., 2015), cabe destacar que:

Autodidacta, intuitiva, creadora de un estilo propio, heredero, eso sí, de los grandes fotógrafos del siglo (aquellos que recorrían sus respectivos países en busca de la esencia de sus contemporáneos y de la fotografía), Cristina García Rodero, a la que todos sus colegas consideran, sin excepciones, maestra en el estilo y en el género, se convirtió poco a poco, sin darse cuenta, en una referencia de la cultura española moderna, pese a fotografiar casi siempre gente y fiestas antiguas. Esa es (ha sido siempre) la paradoja de la cultura: que su universalidad y modernidad suelen venir dadas por gentes que empiezan por el principio.

Siguiendo esta máxima, García Rodero ha realizado fotografías por todo el mundo con un lenguaje muy personal, pues –insiste Llamazares– “el asunto puede cambiar (…) pero el estilo ni es caprichoso, ni aleatorio, ni prescindible. El estilo es, al final, lo que de verdad importa, no solo de un fotógrafo, sino de cualquier artista”.  

Por eso las fotografías que ahora pueden disfrutarse en Santander traslucen ese carácter tan peculiar que Cristina García Rodero ha sabido conformar dotando a lo antropológico de una dimensión emocional y estética que captura actitudes y momentos de especial intensidad y fuerza comunicativa, mediante composiciones en las que prima el individuo y su gestualidad –de gran capacidad expresiva– en situaciones cotidianas donde la espontaneidad, la anécdota, el contraste y la ironía también hacen acto de presencia. Por otra parte, frente al magistral recurso al blanco y negro patente en buena parte de la obra de García Rodero, Tierra de sueños supone una formidable explosión de colorido que se despliega en grandes planos cromáticos dominantes, como el del telón azul tras el que se descubren los rostros de Tejasre y Prameela, de 12 y 10 años, actuando tras finalizar las manifestaciones del Día de la Mujer, el 8 de marzo, una de las obras más representativas de la exposición. Todo ello no es sino lo que el escritor gallego Manuel Rivas define como:

Escenarios de intensificación, de natural dramaturgia, donde no solo las personas sino los enseres, los animales, las cosas, aparecen con un decoro que no oculta, cuando emerge, ni el malestar ni el dolor. No hay un embellecimiento. Hay, sí, intensificación. Una sinestesia de colores, sonidos, olores, tactos, sabores. Cada hogar como un taller de sensaciones, emoción y memoria. Cada instantánea como el germen de un relato, donde todo habla

Y es que para Rivas, lo que hace diferente a estas fotografías, “lo que las hace extraordinarias, es que podemos sentir su imantación. Cada una de ellas es un imán. En su conjunto, es una obra de imantación. Y el efecto de la corriente no se detiene ahí: nos imantan”.

Desde su puesta en marcha en 2006, el programa ‘Arte en la calle’ ha logrado hacer llegar al público español, al aire libre y fuera de los ámbitos expositivos tradicionales, las creaciones de grandes artistas como Auguste Rodin, Henry Moore, Manolo Valdés, Igor Mitoraj o, en los últimos años, el fotógrafo brasileño Sebastião Salgado.

Tierra de sueños: Cristina García Rodero
Arte en la Calle. Plaza de la Porticada, Santander
Desde el 15 de octubre hasta el 9 de noviembre de 2022
Más información en: www.caixaforum.org