Green Tea (Té verde).
Producida por la Fundación MAPFRE en colaboración con el ARKEN Museum of Modern Art de Dinamarca, acaba de inaugurarse en Madrid la primera exposición antológica dedicada en España a Leonora Carrington (1917-2011). La muestra, que recorre la trayectoria completa de la artista en sus distintas facetas como pintora, escultora, escritora y creadora de tapices, permite contemplar 188 obras —pinturas, dibujos, fotografías, esculturas, tapices y documentos— entre las que se cuentan piezas nunca expuestas al público y otras que por vez primera viajan fuera del país donde se realizaron. La exposición ha sido comisariada por Stefan van Raay, director del Cobra Museum voor Moderne Kunst de Amstelveen, en Países Bajos, y por los historiadores del arte, Carlos Martín y Tere Arcq, para quien el personal lenguaje que Carrington desarrolló a lo largo de su carrera nos sumerge en ‘un mundo fascinante de rituales mágicos donde nada es lo que parece y suceden las más increíbles transformaciones’.
Etapa inicial: Florencia, París, Londres
Leonora Carrington nació en 1917 en el seno de una familia acomodada de Lancashire, al noroeste de Inglaterra. A los quince años de edad y tras su expulsión de dos escuelas católicas, una estancia de nueve meses de estudio en la Academia florentina de Miss Penrose le posibilitó descubrir la pintura de los maestros italianos —Piero, Uccello, Pisanello—, justo antes de trasladarse a otra institución similar en París. Dos años después, en 1936, convencería a sus padres para estudiar arte en la Amédée Ozenfant Academy de Londres, ciudad donde en junio tuvo lugar The International Surrealist Exhibition, primera exposición surrealista celebrada en Gran Bretaña. Aunque Leonora no adoptará el estilo cubista de Ozenfant, sí que su práctica artística se verá en gran medida enriquecida durante aquel tiempo de aprendizaje, cuando su madre le regala el libro de Herbert Read, Surrealismo, con ilustraciones de obras como Dos niñas amenazadas por un ruiseñor (1923), de Max Ernst, ante la que la artista confesaría haberse sentido profundamente conmocionada.
De París a la Provenza: Max Ernst y el Surrealismo
Precisamente, en 1937 Leonora Carrington visitó la muestra individual que Ernst presentaba en la capital británica y tras conocerlo en una cena iniciaría con él —veintisiete años mayor que ella y ya casado dos veces— una relación que, a raíz del establecimiento de la pareja en Francia, terminará provocando la ruptura entre la artista y su familia —hasta el punto de que Leonora no volverá a ver nunca más a su padre, el productor textil Harold Carrington—. A pesar de no querer formar parte oficialmente del grupo surrealista, Carrington asimiló en París la estética del Surrealismo rodeada de los artistas del círculo de Breton. No obstante, cuando en 1938 este último expulsa a Paul Éluard y Max abandona el grupo, la pareja se muda a la localidad provenzal de Saint-Martin-d’Ardèche, donde —gracias a la ayuda económica brindada por su madre— Leonora compra una ruinosa casa de campo que los dos artistas rehabilitan y decoran con sus propias creaciones. Sin embargo, justo entonces la Segunda Guerra Mundial trastocará sus vidas definitivamente: Ernst, de nacionalidad alemana, es arrestado en 1939 y, aunque liberado gracias a la intermediación de Éluard, será nuevamente detenido en 1940, al instaurarse el régimen de Vichy. Cuando poco después Ernst consigue volver a Saint-Martin-d’Ardèche Leonora ya no está: no sintiéndose segura en Francia y con la intención de conseguir un visado para él, ha huido a España en compañía de una vieja amiga inglesa, Catherine Yarrow, y su acompañante húngaro, Michel Lucas.
España: como muerta durante algún tiempo
Aunque entonces no lo contara, Carrington revelaría más tarde haber sido víctima de una violación grupal por parte de militares nacionales al llegar a Madrid. Este hecho, sumado a los últimos acontecimientos, le provocó una crisis psicótica que obligaría a Yarrow a avisar a su familia, quien a finales de agosto y durante cuatro meses decide ingresarla en un sanatorio de Santander. Allí el Doctor Morales la trató con Cardiazol ‘como sustituto químico del electroshock’, una experiencia traumática que la artista —quien dijo sentirse internada en un campo de concentración y ‘como muerta durante algún tiempo’— narrará en su relato autobiográfico Down Below (1944), imbuido de un sentimiento fuertemente contrario al patriarcado y a las dictaduras. Asimismo, resumen estas experiencias lienzos coetáneos como Green Tea (1942), cuyo título remite a un cuento irlandés donde un doctor descubre que el excesivo consumo de té genera estados alterados de la conciencia. La artista, inmóvil dentro de una crisálida de piel de caballo inmersa en un paisaje que recuerda al inglés, al toscano y al parque del sanatorio de Santander, contrasta con las dos yeguas-perro atadas entre ellas por medio de los árboles que les sirven de cola.
En cualquier caso, no es sino a través de un primo lejano, Guillermo Gil, doctor en el Hospital General de Santander, como Leonora consigue obtener la libertad. Con todo, a fin de ingresarla en otra institución psiquiátrica en Sudáfrica, su familia contrató a una enfermera personal que habría de acompañar a la artista hasta Lisboa. Así, a finales de diciembre Leonora Carrington regresa a Madrid y en el Museo del Prado contempla, no solo la pintura florentina que tanto admira —y que influirá en el empleo de la técnica de la pintura al temple, su ‘receta de pintar’, o en la adopción del formato predela, aparte de otros préstamos iconográficos de carácter simbólico—, sino también las obras de Brueghel el Viejo, Patinir o el Bosco, que encontrará nuevamente en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa y que serán determinantes en la evolución posterior de su obra, plagada de seres híbridos y extraños paisajes oníricos.
Lisboa, Nueva York, México
Finalmente, en 1941 Leonora llega a Lisboa, donde escapa de la tutela familiar refugiándose en la embajada de México y, una vez a salvo, logra embarcar rumbo a Nueva York gracias a un matrimonio de conveniencia con su antiguo conocido, el escritor y diplomático mexicano Renato Leduc. Desde que en 1942 se establecieran en México y obtuviesen el divorcio, Leonora Carrington pasará el resto de su vida entre México D. F., Nueva York y Chicago, alcanzando su obra artística un reconocimiento cada vez mayor. A partir de 1943, la pintora se rodea en México de un círculo de exiliados, entre los que figuran Kati y José Horna o Remedios Varo y Benjamin Péret, en cuyo domicilio conoce a su vez al fotógrafo Emerico (Imre) Weisz, ‘Chiki’, su futuro esposo y padre de sus dos hijos, Gabriel y Pablo.
No debe olvidarse, sin embargo, que en la capital lisboeta Leonora había vuelto a ver a Max Ernst, quien en el corto intervalo de su separación había ya iniciado una relación con Peggy Guggenheim. No obstante, la coleccionista y heredera —que ayudó al pintor a viajar a los Estados Unidos en 1941 y que se casaría con él un año después— reconoció en su autobiografía de 1979 que ‘Leonora fue la única mujer a la que Max había amado’. De hecho, el hijo de Ernst, Jimmy, también declararía que él nunca habría querido sentir la tristeza que experimentaba su padre cada vez que se reencontraba con Leonora en Nueva York.
Vida, misterio, poesía
La trayectoria vital de Leonora Carrington determinó la forja de un estilo pictórico singular, cuya poesía ‘reside en la brillante condensación y expansión de recolecciones sensoriales’. Ya en su prólogo a The House of Fear Max Ernst escribió que Leonora ‘se conforta a sí misma con su intensa vida, su misterio, su poesía’. Es por ello que,
Carrington, polímata, cuyo cuerpo artístico y literario es a la vez anacrónico y resilientemente contemporáneo (Eburne and McAra, 2017), habita el espacio bachelardiano de la ‘pura imaginación’, mientras su trabajo habla al recurrente instante de la existencia como un reino espacial (…) En el reino de Carrington, podemos reconocer los marcadores temporales de la subjetividad —recuerdos infantiles, autorretrato, exilio, traumático internamiento, amistad, maternidad y sistemas de creencias— pero cualquier noción de durabilidad se dispersa en los amorfos y etéreos espacios-mundo que sugieren una atemporal potencialidad del devenir. Repetidas imágenes poéticas como las del caballo blanco, el espejo, el bosque profundo, o la estancia circular, ilustran la importancia de la paradójica especificidad de un pasado que siempre se encuentra sorprendentemente fresco y sugerente del futuro.
Felicity Gee, 2020.
En este sentido, es habitual que Leonora Carrington se retrate a sí misma en su obras, donde pueden encontrarse diversos alter ego de la pintora como, por ejemplo, el caballo, los árboles, o bien ruecas y mujeres entretejiendo, en alusión a las deidades y poderes femeninos —y de ahí también que en la vida real Carrington colaborase largo tiempo con los Rosales, familia productora de tapices mexicanos—. Esta reivindicación de la mujer se manifiesta tempranamente en su obra y ya aparece en la serie de acuarelas Sisters of the Moon (1932-1933) que, a su vez, remiten a diversas fuentes literarias que hoy se conoce formaron parte de su biblioteca infantil, entre ellas y además de los clásicos, libros de leyendas irlandesas, Hans Christian Andersen, Edgar Allan Poe, Bram Stoker, Lewis Carroll o los hermanos Grimm —cuyos relatos, así como la Alicia en el país de las maravillas de Carroll, también apasionarían a Max Ernst y a los surrealistas—. Y es que en la forja del estilo de Carrington tampoco puede olvidarse su interés por la escritura y, particularmente por el mundo fantástico de los cuentos —muchos autobiográficos—, que ya parece que dictaba a su madre siendo aún una niña y que a lo largo de su carrera encontrarán correspondencia con los títulos de sus pinturas.
Símbolos de la fertilidad, como el huevo, también se manifiestan en la propia técnica que la artista emplea en sus cuadros, la ya citada pintura al temple, que también asocia a la cocina y a sus experimentaciones dentro del ámbito de la alquimia. La resistencia y brillantez características de esta técnica llamaron la atención en 1948, durante su primera exposición individual en la Pierre Matisse Gallery de Nueva York, donde su amigo y mecenas Edward James le aseguró que ‘la inauguración de tu muestra fue un éxito tremendo. Nunca he visto más entusiasmo en ningún vernissage entre el público […], tus cuadros brillaron como joyas en la pared’.
La mujer toma la palabra
Al mismo tiempo, su interés por lo esotérico encuentra un inmenso campo de aplicación artística en la tradición mexicana, como evidencia, por ejemplo, El mundo mágico de los mayas, de entre 1963 y 1964. Esta especial atención por el arcano, los enigmas y la adivinación como forma alternativa de conocimiento del inconsciente la vincula nuevamente al Surrealismo, y dentro de esta tendencia, Breton encontrará en ella el prototipo perfecto de la ‘bruja’. Y es que,
Durante mucho tiempo se han asimilado las histéricas a las brujas, otras figuras femeninas fetiches de los surrealistas. Refiriéndose a las brujas jóvenes y bellas de las que habla Michelet, Breton escribe en su presentación de Leonora Carrington para L’Anthologie de l’humour noir: ‘¿Quien podría hoy, tan bien como Leonora Carrington responder al conjunto de esta descripción?’.
Henri Béhar, 2004.
No obstante, según el propio Béhar,
Carrington es la única mujer surrealista que ha apoyado la revolución feminista y En Bas revela tendencias prefeministas, ya que se trata de la toma de palabra de una mujer en busca de su propia identidad (…) Por otra parte, Marina Warner ha señalado que Carrington explora el concepto de la androginia en L’Histoire du petit Francis, obra que junto con En Bas, testimonia estadios consecutivos en la vida psíquica de la autora ‘donde la histeria que resulta de la desesperación amorosa se resuelve por una muerte simbólica’.
Henri Béhar, 2004.
Para la organización de esta muestra, la Fundación MAPFRE ha contado con el apoyo de más de sesenta coleccionistas particulares e instituciones museísticas, entre las que cabe destacar el Museum of Modern Art de Nueva York (MoMA), el San Francisco Museum of Modern Art (SFMOMA), el Art Institute Chicago, la Galleria Nazionale d’Arte Moderna e Contemporanea de Roma, el Museo de Arte Moderno de México, el Museo Nacional de Antropología de México, la Tate de Reino Unido o el Tel Aviv Museum of Art.
Bibliografía
Leonora Carrington: Living Legacies, Vernon Press, 2020
F. Gee, ‘If These Walls Could Talk: Leonora Carrington’s Psycho-Spatial Rooms’ en Leonora Carrington: Living Legacies, Vernon Press, 2020
Mélusine. Cahiers du Centre de recherche sur le Surréalisme, XXIV (2004): ‘Le cinéma des surréalistes’. Études réunies par Henri Béhar
In the Embrace of the Swan: Anglo-German Mythologies in Literature, the Visual Arts and Cultural Theory, De Gruyter, 2010
The American Matisse: The Dealer, His Artists, His Collection: The Dealer, His Artists, His Collection: the Pierre and Maria-Gaetana Matisse Collection, Metropolitan Museum of Art, 2009
Max Ernst: A Retrospective, Metropolitan Museum of Art NY, 2005
Benjamin Kohlmann, Committed Styles: Modernism, Politics, and Left-Wing Literature in the 1930s, Oxford University Press, 2014
The Complete Stories of Leonora Carrington, New York Review of Books, 2017
Elizabeth Russell, Loving Against the Odds: Women’s Writing in English in a European Context, Peter Lang, 2006
Las inéditas: voces femeninas más allá del silencio, Universidad de Salamanca, 2020
Giulia Ingarao, Leonora Carrington. Un viaggio nel Novecento: Dal sogno surrealista alla magia del Messico, Mimesis, 2014
Joanna Moorhead, The Surreal Life of Leonora Carrington, Hachette, 2017
Whitney Chadwick, Los otros importantes: creatividad y relaciones íntimas, Universitat de València, 1994
Leonora Carrington. Revelación
Del 11 de febrero al 7 de mayo
Fundación Mapfre. Sala Recoletos, Madrid.
Más información en: www.fundacionmapfre.org