Carne altrui, 1883-1884.

Durante los próximos meses podrá visitarse en la sede de Recoletos de la Fundación Mapfre en Madrid la muestra Medardo Rosso. Pionero de la escultura moderna, una exposición destinada a profundizar en el carácter más experimental de la producción del artista italiano nacido en Turín en 1858 y fallecido en Milán en 1928. Así, gracias a la colaboración del Museo Medardo Rosso de Barzio, ha sido posible reunir unas trescientas obras entre las que se incluyen, además de esculturas, numerosos dibujos y fotografías, todos ellos dispuestos con arreglo a los grupos escultóricos de los que forman parte y nunca conforme a un discurso cronológico. Y es que Rosso trabajaría durante casi dos décadas dedicado a realizar en cera, bronce y yeso distintas versiones que, a pesar de partir de un mismo asunto, han terminado convirtiéndose en piezas de gran singularidad, totalmente diferentes las unas de las otras.

De Milán a París

Medardo Rosso supo encaminar su carrera hacia el pleno desarrollo de su creatividad artística, oponiéndose primeramente a dedicarse a la administración —tal y como era intención de sus padres Luigia Bono y el funcionario de ferrocarriles Domenico Rosso— y decidiendo trasladarse a París en 1889, después de haber sido expulsado de la Academia di Brera por golpear a un compañero que rechazaba firmar su petición de emplear tanto modelos vivos en la copia del natural, como cadáveres en las clases de anatomía (Gatti, Maini, 2020). En efecto, el paso de Rosso por la capital francesa resultaría de fundamental trascendencia para su reconocimiento entre los artistas y conocedores de gusto más avanzado. De acuerdo con el testimonio del escritor y pintor Ardengo Soffici,

‘entre los artistas que frecuentaba y de los que era amigo se hablaba mucho de Rosso como de un artista de grandísima importancia. Yo no lo conocía personalmente y esperé a ver algo suyo. Justamente en 1904, cuando se celebró el primer Salón de Otoño, Rosso poseía una sala entera para él: allí conocí su grandeza y la importancia que podía tener. […] Rosso, que ya de joven en Milán se había forjado una personalidad artística bastante relevante porque formaba parte del grupo de los scapigliati, [llegado a París alcanzó] una amplitud mental y estética extraordinaria y superior […] Desde aquel momento su personalidad […] llegó a ser una de las más importantes entre los escultores y los artistas en general, no solo de Italia, sino de Europa, y representa lo que de perfecto y grandioso puede obtenerse, separándose incluso de las formas convencionales y buscando en la realidad ese tanto de esencial que hace superior al arte’

(Nurchis, 2019)

Impressioni

1883 es considerado el año a partir del cual Medardo Rosso cambia sustancialmente su estilo, un estilo que evoluciona gradualmente hacia la fragmentación de las superficies de sus esculturas, el juego con los efectos de luces y sombras, el protagonismo del fragmento, la elección de la modernidad como fuente de inspiración y, simultáneamente, el alejamiento de la reproducción exacta del motivo expresado en los títulos de unas obras que, a su vez, escapan al dominio compositivo del eje y la base de sus peanas. Así lo expresa Sharon Hecker en su investigación sobre los orígenes de la escultura moderna, donde también recuerda el modo en que esta innovadora práctica fue asociada en su tiempo con diferentes movimientos artísticos de vanguardia, como la Scapigliatura, el Verismo y los Macchiaioli en Italia o el Impresionismo en Francia. Concretamente, fue el crítico Edmond Thiaudière quien, en su comentario del Salón de 1886 en L’Opinion, calificó a Rosso como magistral fundador de la ‘escultura impresionista’, título del que al momento se hicieron eco críticos y publicaciones como L’Illustrazione italiana. Sea como fuere, Rosso no se manifestó explícitamente a propósito de sus referentes artísticos, aunque añadiría la palabra Impressione a algunos de los títulos de las obras realizadas por aquellos años. En realidad, el turinés habría recurrido a múltiples fuentes de inspiración o, según puntualiza Hecker, ‘podría señalarse que su obra muestra desviaciones particulares de las ideas y prácticas de todos aquellos movimientos’ (Hecker 2017, 61-63).

Revolucionario y modernísimo

Ese componente calificado entonces de ‘impresionista’ ha continuado determinando la recepción de la obra de Medardo Rosso con posterioridad, habiendo sido igualmente percibido por el ‘ojo futurista’ del italiano Umberto Boccioni, quien en su manifiesto La escultura futurista de 1912 aseguraba:

‘Frente a la de aquellos [Meunier, La Bourdelle, Rodin], la obra de Medardo Rosso es revolucionaria y modernísima, más profunda y necesariamente más limitada. No se agitan en ella ni héroes ni símbolos, pero el plano de una frente de mujer o de niño apunta a una liberación hacia el espacio, que en la historia del espíritu tendrá una importancia mucho mayor que la que le haya concedido nuestro tiempo. Sin embargo, las exigencias impresionistas de su tentativa han limitado las investigaciones de Medardo Rosso a una suerte de bajo o alto relieve, lo que confirma que la figura es aún concebida como un mundo en sí mismo, con un fundamento tradicional y unas intenciones episódicas. La revolución de Medardo Rosso, aunque importantísima, parte de una concepción extrínsecamente pictórica y descuida el problema de una nueva construcción de los planos. El toque sensual de los pulgares, que imita la ligereza de la pincelada impresionista, da un sentido de vivaz inmediatez, pero obliga a una ejecución rápida del natural y arrebata a la obra de arte su carácter de creación universal. Tiene, pues, las mismas virtudes y defectos que el impresionismo pictórico, de cuyas investigaciones parte nuestra revolución estética, que continuando aquellas se aleja hasta su extremo opuesto’.

No obstante, resulta significativo que Boccioni se refiera a Rosso como ‘el único gran escultor moderno que haya intentado abrir un campo más vasto a la escultura, que haya intentado expresar plásticamente las influencias de un ambiente y los vínculos atmosféricos que lo unen al sujeto’; y a este respecto conviene reparar en el Corredor de apuestas de 1894, expuesto ahora en Madrid y considerado un antecedente directo de la famosa Formas únicas de continuidad en el espacio, llevada a cabo por el mismo Boccioni en 1913.

Rodin vs. Rosso

Aun siendo hoy apreciado como un adelantado a su tiempo, precursor incluso de artistas de la talla de Constantin Brancusi, Alberto Giacometti, Lucio Fontana o Thomas Schütte, Medardo Rosso resultó eclipsado en su época por la figura de Auguste Rodin, a quien había conocido tras su llegada a París en 1889 y con quien, por ejemplo, habría intercambiado una versión de la Rieuse de 1890 por un Torso realizado por el escultor galo en 1879. Sin embargo, pronto el empeño de Rosso no fue otro que el de demostrar que su estilo no respondía al influjo de Rodin, sino todo lo contrario, llegando a confrontar las producciones de ambos mediante la inclusión de imágenes de las obras del francés en sus propios montajes fotográficos y escultóricos —‘para que el público pudiera comparar y juzgar por sí mismo’— como sucedería, verbigracia, con ocasión del Salón de Otoño de 1904. Para Rosalind Krauss, ambos autores comparten —aunque no exclusivamente, al no olvidar la autora las artes decorativas del modernismo—, la importancia conferida a la superficie y al modo en que factores externos como la luz o el gesto del artista actúan sobre su significado. En opinión de Krauss y en relación con el Balzac de Rodin que describiese Rilke

‘La obra de Medardo Rosso, muy próxima en espíritu a la de Rodin, se caracteriza también por la interposición de una tela entra el espectador y la figura escultórica. Contemporáneo de Rodin, Rosso pasó los últimos veinte años de su carrera en Francia, donde la creciente reputación de Rodin provocó en él una intensa envidia. Según él, gran parte de lo ‘original’ en el arte de Rodin lo compartía e incluso lo anticipaba el suyo propio y reivindicaba para sí la elevación del bozzetto, o esbozo grosero, a la categoría de obra ‘acabada’. La rugosidad de sus superficies, la elocuencia de las marcas dejadas por sus dedos al trabajarlas y la manera en que presentaba el gesto mediante una fragmentación del cuerpo las consideraba como pruebas a su favor’

(Krauss 2002, 42)

En cualquier caso, a partir del citado Salón de Otoño —donde, como nos recuerda Frederic V. Grunfeld, Rosso no quiso estrechar la mano a Rodin en la inauguración de la exposición— la rivalidad entre ambos autores fue rápidamente explotada por la prensa y la controversia se extendió al otro lado del Canal de la Mancha. De este modo, si la obra anterior al Balzac realizado entre 1891 y 1898 y que había conferido fama a Rodin como muestra de ‘impresionismo en escultura’ había sido inspirada por los griegos y el Renacimiento, ‘¿cuál era la inspiración, la repentina influencia que había llegado a la vida del escultor?’, se preguntaba el londinense Observer el 3 de febrero de 1907.

Un debate que permanece abierto y una falta de reconocimiento hacia la obra de Medardo Rosso que todavía perdurará durante muchos años, pues tal y como escribiera Guillaume Apollinaire tras la muerte de Auguste Rodin: ‘Rosso es ahora, sin lugar a dudas, el más grande escultor vivo. La injusticia de la que este prodigioso escultor siempre ha sido víctima no está siendo reparada’. Una reparación y un juicio comparativo crítico que, ciertamente, ha de estimular la nueva exposición de la Fundación Mapfre. 


Bibliografía

Tommaso Gatti, Dalia Maini, Visual Studies. L’avvento di nuovi paradigmi, Milán, Mímesis, 2020. 
Ángel González García, Francisco Calvo Serraller, Simón Marchán Fiz, Escritos de arte de vanguardia: 1900/1945, Tres Cantos, Istmo, 1999. 
Frederic V. Grunfeld, Rodin: A Biography, Plunkett Lake Press, 2019. 
Sharon Hecker, A moment’s monument: Medardo Rosso and the international origins of modern sculpture, Oakland, University of California Press, 2017. 
Rosalind E. Krauss, Pasajes de la escultura moderna (1977), Madrid, Akal, 2002. 
Federica Nurchis, Alberto Martini (1931-1965). Da Longhi ai Maestri del Colore, Ledizioni, 2019.

Medardo Rosso. Pionero de la escultura moderna
Del 22 de septiembre de 2023 al 7 de enero de 2024
Fundación Mapfre, Paseo de Recoletos, 23. Madrid
Más información en: www.fundacionmapfre.org