Visages, 1979.

El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) ha inaugurado en Madrid la que se considera una de las exposiciones más ambiciosas de la temporada, Huguette Caland: Una vida en pocas líneas, organizada en colaboración con las Deichtorhallen de Hamburgo. Con alrededor de trescientas obras —muchas inéditas— entre dibujos, pinturas, textiles y collages, se trata de la mayor retrospectiva jamás dedicada a Huguette Caland (Beirut, 1931 – 2019), una artista de singular trayectoria desde sus inicios en el Líbano de los años sesenta hasta el París de las dos décadas siguientes, llegando a establecerse finalmente en Los Ángeles entre 1987 y 2013, año en que regresaría a Beirut. El director del MNCARS, Manuel Segade, ha calificado su pintura como ‘muy peculiar, llena de carne, paradójica en cierto sentido entre la abstracción y la corporeidad, y de un diálogo profundo con las diversas tradiciones del Oriente Medio que la vio nacer’. Además, Segade ha destacado la relevancia de esta muestra en el contexto bélico actual al constituir un ‘trabajo muy libre, no exento de fuerza política’ y, al mismo tiempo, resultar ser ‘una exposición clave para hacer memoria de la historia del arte contemporáneo de una forma más compleja de lo acostumbrado. Es una exposición que creo que expande realmente nuestra visión occidental del contexto de la producción de cultura visual contemporánea en el mundo árabe en general, así como también ensancha la comprensión histórica de la posición de la mujer desde los años sesenta en Oriente Medio’. Es preciso recordar, asimismo, que la obra que da título a la exposición Una vida en pocas líneas, de 1992, junto con otra treintena de obras, no ha podido viajar a Madrid dada la situación que atraviesa hoy día el Líbano. Por último, Segade ha hecho hincapié en el progresivo reconocimiento internacional del trabajo de Huguette Caland, con presencia dentro de la exposición permanente del MoMA, en cuanto imagen de la exposición Arab Presences. Modern Art and Decolonisation: Paris 1908-1988 —celebrada en el Musée d’Art Moderne de París en 2024— y, finalmente, gracias a su participación en la pasada Bienal de Venecia.

Igualmente, el director de las Deichtorhallen de Hamburgo, Dirk Luckow, ha asegurado no poder pensar en un mejor momento para presentar la obra de una ‘artista rebelde, cuyas obras reflejan al mismo tiempo concienciación política y alegría de vivir’, una figura clave del modernismo libanés cuya influencia llega al resto del mundo y para la que arte y política son inseparables. Es por ello que las creaciones de Huguette Caland aúnan lo político, lo grotesco y lo vital en una obra polifacética que rompe convenciones, en la que la reivindicación de la mujer se hace ostensible en series como Retazos de cuerpo, donde se muestran diversos fragmentos del cuerpo femenino. Todo ello empleando un lenguaje único de influencias árabes, occidentales e incluso asiáticas que trasluce ternura y grandeza, que se sirve tanto de dibujos delicados como de pinturas donde el color resulta ser fundamental, y donde siempre hace acto de presencia el juego de la línea y su propia desaparición. En definitiva, una artista de valía que hay que descubrir y que demuestra que ‘el Arte ha existido y existirá siempre en un contexto global’.

De Beirut a París

Huguette Caland emprendió su carrera artística tras la muerte de su padre, Bechara El Khoury, primer presidente del Líbano tras la independencia del país en 1943. Justamente el título de su primera obra, Sol rojo/ Cancer, aludía tanto a la nueva etapa abierta ante ella como a la enfermedad que había ocasionado aquel fallecimiento. Estas referencias autobiográficas, así como la contraposición entre verticalidad y horizontalidadlos puntos y las líneas, el alfabeto árabe y la fragmentación corporal dentro de espacios abigarrados —véase Exit, de 1970—, constituirán algunos de los rasgos características de su obra, sobre los que la autora retornaría una y otra vez a lo largo de toda su vida en un proceso continuo de refinamiento de su propio vocabulario, tal y como en efecto señala Hannah Feldman, comisaria de la exposición. Según Feldman ‘la vida de Caland es una continua búsqueda de la libertad y la estética, rechazando etiquetas y actuando a través del arte, siempre en un continuo proceso creativo’.

Ya en 1970 Caland se traslada a París donde, inmersa en una atmósfera artística cosmopolita, realiza la que será su serie más conocida, Bribes de corps Retazos de cuerpo. Como el propio título indica, se trata de la representación de partes del cuerpo humano que, a veces de forma ambigua y lúdica, ‘conforman un paisaje erótico de carne con vibrantes campos de color y líneas delicadas que se expanden, desbordan, retraen, mutan o se retuercen’, según indican fuentes del museo. No obstante, Feldman matiza ese carácter puramente erótico, precisando que el acercamiento de Caland a su propio cuerpo supone una exploración de su propia autonomía y su propio lugar en el espacio.

Compromiso, paisaje y moda

Al final de la década, coincidiendo con el agravamiento de la situación política en el Líbano, los motivos de las creaciones de Huguette Caland se vuelven sombríos y trágicos, como en Guerra incivil, de 1981, uno de los pocos trabajos de la artista que remiten expresamente a un acontecimiento histórico concreto, como es en este caso la Guerra civil libanesa. Mucho más tarde, Caland expresará con humor e ironía una profunda crítica al valor económico de la moneda en su serie El dinero no da la felicidad, pero contribuye enormemente a ella, un conjunto de 366 lienzos cuadrados de pequeño formato que fueron ejecutados entre 1994 y 1995 por encargo de la filial parisina del banco Safra National Bank. El carácter sarcástico del título censura la dependencia monetaria de las aspiraciones humanas y, más concretamente, de la propia práctica artística. También en el plano formal desaparecen la precisión lineal y el terso cromatismo de las creaciones sensuales y eróticas de Caland para dar paso a cierta tosquedad y rudeza que con frecuencia roza lo kitsch.

Huguette Caland también investigó la manera en que el paisaje urbano afecta al individuo y cultivó la pintura de paisaje, por ejemplo, cuando a finales de la década de 1980 visita el Lemosín con su pareja, el escultor rumano George Apostu. En esta ocasión la autora concibió formas naturales corpóreas y sinuosas, recurriendo a las líneas suavemente onduladas que ya había empleado en Bribes de corps y alterando la relación tradicionalmente establecida entre figura y fondo, al dejar de ocupar éste un lugar secundario en la composición —véase por ejemplo Espacio blanco I y Espacio blanco II—.

Otra importante aportación artística de Caland durante su etapa parisina es la colaboración con el Atelier de Pierre Cardin, para el que diseñó la colección Nour —o Luz en árabe—, un conjunto que incluía prendas de vestir —abayat y caftanes—, así como artículos para el hogar de inspiración islámica. No era la primera incursión de la autora libanesa en el mundo de la moda, pues ya en 1974 había creado los caftanes Foule Multitud y Miroir Espejo—, que había decorado con provocadores bordados de formas anatómicas como bocas con labios enlazados, pubis y pechos. Atrevidos atavíos que Caland no dudaba en vestir en público y, por lo demás, motivos habituales en el resto de sus creaciones, véase la serie Homenaje al vello púbico, de 1992.

California

Cuando en 1987 viaja a Los Ángeles, Huguette Caland se instala en Venice, donde emprende la realización de una serie de autorretratos a base de collages que incorporan fragmentos de su correspondencia personal, lo que confiere un fuerte carácter íntimo a unos cuadros estructurados en función del lenguaje escrito. Este es a veces ilegible —como en Cartas desnudas, de 1991— y llega a formar composiciones abstractas —véase su serie de Cartas silenciosas, muy alejada del colorido biomórfico de obras anteriores—. En general, son trabajos contrarios a las tendencias de un panorama artístico coetáneo que privilegiaba las propuestas de sus compañeros artistas. A este propósito Hannah Feldman incide en cómo para Caland el arte y la vida se hallaron siempre entrelazados. Por eso, antes que cualquier otro medio de expresión plástica tradicional, su gran medio de representación resultó ser la vida misma

Habiendo alcanzado la edad de setenta años, Huguette Caland se ve aquejada de problemas de salud, hecho que aprovecha Hannah Feldman para recordar la escasa atención que el envejecimiento de la mujer ha despertado en la crítica feminista. Curiosamente, este momento implica en Caland un proceso de reflexión durante el que medita sobre la vejez inspirándose en el Rocinante de Don Quijote. Así, en trabajos como Rocinante encubierto VI, de 2011, donde la artista recupera la fuerza cromática de años atrás, los fondos se articulan en función de entramados de puntos, líneas y signos que adquieren un aspecto similar al bordado palestino conocido como tatreez, cuya práctica precisamente promovía Inaash, la ONG cofundada por Caland en 1969 para ayudar a las mujeres palestinas refugiadas en el Líbano. Gracias a esta iniciativa, no solo se brindaba la posibilidad de lograr una independencia económica a un colectivo tan vulnerable, sino que también se contribuía a perpetuar una rica tradición del patrimonio cultural autóctono. 

Finalmente, el itinerario expositivo concluye presentando las últimas obras realizadas por Huguette Caland a finales de la primera década de los 2000, justo antes de su vuelta a Beirut. Ya fuera misteriosa premonición o vehemente deseo de retornar a su lugar de origen, la autora se embarca en la ejecución de grandes lienzos de paisajes fantásticos fruto del recuerdo y la imaginación. Así, El gran azul, de 2012, con sus más de cuatro metros de largo inundados de mar, reproduce reiteradamente las figuras del barco y la casa libanesa de tejado rojo, en lo que ha sido interpretado como ‘una metáfora de la muerte entendida a la vez como viaje y como regreso a casa’. Así concluye Una vida en pocas líneas, esas líneas que armonizan toda la producción gráfica de Caland y a través de las que la artista lleva a cabo la ‘narración de su propia esencia’.

Huguette Caland: Una vida en pocas líneas
Desde el 19 de febrero hasta el 25 de agosto de 2025
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid
Más información en: www.museoreinasofia.es