Manuela Ballester, La Yaya (detalle), 1954. Colección Pampa Ballester y familia.

Las olvidadas de una generación, mujeres desaparecidas de la historia de la creación artística, de las que no se encuentra rastro alguno en numerosos estudios o antologías y a las que nadie reivindicó cuando con la llegada de la democracia los intelectuales patrios regresaron del exilio, reaparecen ahora en escena con más de 400 obras de arte, documentos y objetos personales que conforman un legado prácticamente desconocido en la actualidad, ignorándose que desde la década de 1920 y hasta el inicio de la Guerra Civil sus autoras alcanzaron un éxito que llegaría a trascender las fronteras culturales de nuestro país

Comisariada por Tània Balló –autora de Las Sinsombrero y Ocultas e impecables (Espasa, 2016 y 2018), así como de los documentales homónimos producidos por TVE en 2015 y 2018, la nueva muestra del Teatro Fernán Gómez – Centro Cultural de la Villa de Madrid ofrece una visión panorámica de un momento clave de la historia española del siglo XX en el que la mirada de las integrantes de la Generación de 1927 recupera su antigua importancia con la pretensión de ‘sumarse a la lucha por revertir el relato oficial sobre nuestra historia cultural y social’. En este sentido, tal y como ha enfatizado la delegada del Área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid, Andrea Levy, ‘olvidadas tanto en las décadas más oscuras de nuestra no tan lejana historia, como con la llegada de la democracia y de la modernización del país, perdimos la oportunidad de entender, desde su punto de vista, un tiempo en el que ellas fueron protagonistas. Se les hizo el vacío. Y ya era hora de llenar ese vacío. Porque el mensaje es muy claro: sin ellas, la historia no está completa’.

La Generación de la República

En efecto, gracias a esta exposición el espectador podrá contemplar creaciones de, entre otras, Maruja Mallo, Margarita Manso, Marga Gil Roësset, Delhy Tejero, Rosario de Velasco, Ruth Velázquez, Norah Borges, Pitti Bartolozzi, Manuela Ballester, Marisa Roësset, Ángeles Santos, Rosario Suárez de Castiello, Victorina Durán, María Zambrano, Rosa Chacel, Concha Méndez, Ernestina de Champourcín, María Teresa León y Carmen Conde. Mujeres que, dentro de la buena relación de amistad y colaboración existente entre todos los miembros de la Generación de 1927, asimismo llamada Generación de la República o de la Amistad, estrecharon unos lazos particularmente reivindicativos y una firme conciencia colectiva ante los obstáculos que su condición femenina generaba a la hora de reconocer el mérito de su trabajo. A este respecto cabe recordar que el origen de la denominación de las Sinsombrero surgió, tal y como relataba Ana María Gómez González –más conocida como Maruja Mallo–, de la actitud desafiante de estas mujeres que cierto día decidieron pasear sin sombrero por la céntrica Puerta del Sol de Madrid –al parecer la propia Mallo y Margarita Manso Robledo, acompañadas por Salvador Dalí y Federico García Lorca, los tres primeros compañeros en la Escuela Oficial de Pintura y Grabado, hoy Real Academia de Bellas Artes de San Fernando–. Lo que en el presente podría parecer un gesto anodino y carente de cualquier tipo de significación, suponía entonces un gesto rebelde y provocador que contravenía las convenciones sociales de una época. De hecho, también cuenta Mallo que cuando Concha Méndez decidió salir a la calle sin sombrero, su madre le advirtió ‘Te tirarán piedras en la calle’, a lo que la escritora respondió: ‘Me mandaré construir un monumento con ellas’. 

La presencia de esta exposición en el Teatro Fernán Gómez queda ampliamente justificada por el destacado papel que desempeñó la producción dramática en la obra de las Sinsombrero, mujeres que renovaron el lenguaje teatral de los años veinte y treinta del pasado siglo, aportando tanto nuevos temas argumentales centrados en cuestiones y personajes femeninos fuertes y emancipados, como formulaciones escénicas de carácter experimental; todo ello desde muy distintas posiciones dentro y fuera del escenario, ya fuera en calidad de dramaturgas, actrices, empresarias, escenógrafas o figurinistas. 

Hacia la conquista del espacio público

Partiendo de la figura de Emilia Pardo Bazán, que en 1892 afirmaba:

Aspiro, señores, a que conozcáis que la mujer tiene un destino propio; que sus primeros deberes naturales son para consigo misma, no relativos y dependientes de la entidad moral de la familia que en su día podrá constituir o no constituir, que su felicidad y dignidad personal tienen que ser el fin esencial de su cultura, y que, por consecuencia de ese modo de ser de la mujer, está investida del mismo derecho a la educación que el hombre,

La muestra contextualiza la contribución artística, política y social de las Sinsombrero en una España que hasta 1910 no había normalizado el acceso de la mujer a la educación en centros de enseñanza oficial y no oficial, ni la libre concurrencia a concursos públicos en igualdad de condiciones que los hombres. La nueva legislación favoreció la aparición de una moderna generación de mujeres que contaba con preparación académica y la consiguiente autonomía que aquella le proporcionaba, posibilitándole además una mayor visibilidad y capacidad de participación en el espacio público. Así, cuando en 1918 nace el Ultraísmo, primer movimiento artístico de vanguardia plenamente español, la poeta Lucía Sánchez Saornil y las pintoras Norah Borges y Ruth Velázquez fueron reconocidas como integrantes de la nueva corriente, proyectando así la imagen de una mujer moderna y avalada por la crítica que se alejaba del canon tradicional culturalmente asociado con la creatividad femenina.

Más tarde, con la proclamación de la II República española, la nueva Constitución decreta la igualdad entre hombres y mujeres, que ven consolidado así su acceso a la esfera pública e inician una toma de posición en el plano político, aunque debiendo hacer frente aún a unos valores patriarcales muy arraigados socialmente. El sufragio universal o el divorcio constituirán nuevos hitos alcanzados en este periodo. Aquí la muestra destaca la contribución de las artistas Ángeles Santos Torroella y Marga Gil Roësset, jóvenes cuyo renovador estilo y aplaudida técnica, reflejo de un prolífico universo interior que ambas entendieron como espacio de libertad, causaron respectivamente sensación en el ámbito de la pintura y en el de la escultura y la ilustración. No obstante, a pesar de su éxito, ambas atravesarían momentos difíciles, especialmente Gil Roësset, que sufrirá un destino trágico. Santos, extremadamente exigente consigo misma y presionada por el control impuesto por su familia, fue ingresada en un manicomio en marzo de 1930, sentenciando a su salida: ‘Ya no pintaré más con la imaginación sino con la realidad’. Por su parte, dos años después Gil Roësset experimentó una profunda crisis que con tan solo veinticuatro años la abocó al suicidio, tras haber destrozado buena parte de su obra a martillazos y haber entregado a Juan Ramón Jiménez su diario personal, donde había escrito: ‘Ya no puedo vivir sin ti’.

Interacción y reconocimiento

Por aquellos años existió un centro de intercambio intelectual de proyección europea con sede en el madrileño edificio de las Siete Chimeneas: el Lyceum Club Femenino que, inaugurado en 1926, continuó en activo hasta la Guerra Civil, cuando se destruyó toda su documentación y su emplazamiento fue ocupado por la Sección femenina, que allí estableció su Club Medina. El Lyceum fue impulsado por María de Maeztu, también directora de la Residencia de Señoritas que, si bien basada en los mismos principios y con objetivos similares a los de la Residencia de Estudiantes, no ha gozado de su misma consideración histórica. La asociación llegó a contar con unas quinientas afiliadas pertenecientes a la élite sociocultural española que allí compartieron valores e intercambiaron propuestas de actuación conjunta en su lucha por la afirmación de los derechos de las mujeres frente a los ataques de los más conservadores. En el Lyceum Club se estrenarían obras de teatro para público adulto o infantil, por ejemplo, de Ernestina de Champourcín y Concha Méndez, autora de El ángel cartero (1929) o El carbón y la rosa (1936).

Asimismo, la importancia del grupo de mujeres artistas españolas de esta época queda manifiesta en homenajes como el del número monográfico que la revista Noreste les dedicó en mayo de 1935. Esta publicación de contenido literario dirigida por Tomás Seral y Casas era editada en Zaragoza donde, coincidiendo con la aparición de Heroínas de Vanguardia –título que recibió el ejemplar–, se inauguró una muestra con las obras de las escritoras y artistas plásticas de esta generación. Tanto la monografía como la exposición, celebrada en la Librería Internacional de la capital aragonesa, constituyeron el primer reconocimiento público de las Sinsombrero que permitió aunar en un mismo espacio y en unas mismas páginas ilustraciones, volúmenes y retratos de algunas de estas creadoras. Particularmente, la revista recogió las creaciones literarias de Mercedes Ballesteros, Carmen Conde, María Luisa M. de Buendía, Elena Fortún, Margarita de Pedroso, Juana de Ibarbourou, Rosario Suárez-Castiello, Josefina de la Torre, María Cegarra Salcedo, María Dolores Arana, María Teresa Roca de Togores, Maruja Falena y Ruth Velázquez, así como parte de la obra gráfica de las mencionadas Ruth Velázquez y Rosario Suárez-Castiello, junto a Menchu Gal, Rosario de Velasco, Ángeles Santos y Norah Borges, sin olvidar a la escultora Dionisia Masdeu.

Dictadura y exilio

Finalmente, la muestra del Teatro Fernán Gómez aborda el compromiso político y social de la mujer moderna que había ido avanzando cada vez más en sus reivindicaciones sobre el terreno público hasta el estallido de la Guerra Civil, momento en el que muchas de las autoras de esta generación se comprometen con la causa republicana creando una importante obra propagandística que, sin embargo, ha sido relegada a un segundo plano frente a la de sus compañeros de generación. Tras la victoria del bando nacional, el exilio constituyó la única opción vital para buena parte de estas artistas que, en no pocas ocasiones, vieron enormemente obstaculizada su labor creativa, dadas las dificultades de adaptación al nuevo entorno, las necesidades económicas, el mantenimiento de una familia y, cómo no, su condición de mujeres. Entre ellas se encontraba Manuela Ballester, sobre quien escribió Elena Aub

fue una mujer hermosa por dentro y por fuera. Nació en el seno de una familia trabajadora, abierta al progreso y a las inquietudes sociales e intelectuales que acotaban los caminos de la izquierda. Militante comprometida, supo combinar la difícil tarea de educar a cinco hijos con la no menos difícil de esposa de un hombre inteligente y famoso [Josep Renau]. Compañera en el bien y en el mal, en la guerra y luego en la paz del exilio prolongado y triste, al que nada tuvo que agradecer. Este cuadernillo de poesías que publicó en México, en 1981, nos dice de sus ‘Cosas’, de sus reflexiones y de lo que fue su vida

A su vez, las autoras que permanecieron en España debieron afrontar una nueva etapa política caracterizada por la restricción de las libertadas alcanzadas y la vuelta a un modelo de femineidad tradicional. Con respecto a unas y a otras, la exposición incide en el reciente interés que ha despertado tanto la actualización de un nuevo relato del exilio español a través de los testimonios de las Sinsombrero como el descubrimiento de resquicios de oposición a las convenciones sociales del régimen en el ámbito privado, donde numerosas artistas se mantuvieron unidas y continuaron desarrollando su creatividad. Con respecto a estas últimas, cabe destacar el profundo estudio de la figura de la poeta Consuelo Berges quien, tras huir a París en 1939 y vivir allí cuatro años en clandestinidad, sería detenida y repatriada por los nazis. Ya en España, la prohibición de ejercer como maestra y publicar con su nombre determinó su dedicación a la traducción como medio de subsistencia. Sin embargo, durante los años cincuenta recibirá el encargo de coordinar la primera enciclopedia de mujeres hispanoamericanas, hecho que le posibilitaría recuperar el contacto con sus compañeras exiliadas y recibir sus obras literarias, conformando así uno de los conjuntos bibliográficos más relevantes de su generación artística.  

Las Sinsombrero
Del 19 de octubre de 2022 al 15 de enero de 2023
Teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa de Madrid
Más información en: www.teatrofernangomez.es