Flors, anèmones. ca. 1920-1925 © Colección Anglada-Camarasa Fundación ”la Caixa”.

Tras explorar la relación de Anglada-Camarasa y Joaquim Mir en Mallorca, la nueva exposición temporal del CaixaForum Palma se sumerge en el universo floral que creó el pintor Hermen Anglada-Camarasa en su jardín de El Pinaret de Port de Pollença. En consecuencia, El Jardín de Anglada-Camarasa centra su atención en la pasión del artista por la floricultura, así como en la flor como fuente de inspiración artística para el autor, quien llegó a cultivar especímenes exóticos enviados desde el extranjero por algunas de sus amistades que, hacia 1930, llegaron a creer que Anglada sustituiría definitivamente la pintura por la jardinería. La muestra ahonda en esta afición hasta el punto de haber contado con la colaboración del Real Jardín Botánico de Madrid para la identificación de las numerosas variedades de flores inmortalizadas por el pintor en sus cuadros.

En este sentido, la comisaria de la exposición, Arola Valls Bofill, ha explicado que la muestra ‘ofrece una nueva mirada sobre la colección de Anglada-Camarasa en Palma, una mirada que gira en torno a la relación que el pintor estableció con el mundo botánico, y más concretamente con las flores’. Una exploración que tiene lugar desde el momento en que Anglada se establece en la isla en 1914 –cuando tras el estallido de la Gran Guerra decide no volver a París– y que está integrada por obras de todo tipo, incluyendo dibujos, indumentaria, fotografía, estampa y óleos, algunos de ellos monumentales –véase por ejemplo el titulado València (ca. 1910) de 6 x 6 metros–. En definitiva, se presentan diversas aproximaciones a la naturaleza que, como destaca Valls, permiten descubrir ‘de cuantas maneras diferentes puede pintarse una flor, pero al mismo tiempo cómo estas flores también dibujan la vida del pintor y sus distintas etapas vitales’.

Del jardín al lienzo

En 1988 la Obra Social ’la Caixa’ adquirió una amplia representación de pinturas y dibujos del artista Hermen Anglada-Camarasa (1871-1959), de los que una selección se muestra de forma continuada en CaixaForum Palma desde 1993. Tras su remodelación hace unos años, la sala permanente de la Colección Hermen Anglada-Camarasa se renueva de forma periódica con el fin de contribuir a la constante divulgación pública de la obra del creador barcelonés. A este respecto, es preciso recordar que la Colección Hermen Anglada-Camarasa de la Fundación ’la Caixa’, declarada Bien de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura en 2003, se compone de 328 obras y 194 objetos personales del pintor, quien habría viajado por primera vez a Mallorca en 1909 y que, con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 y tras dos décadas de residencia en París, terminaría afincándose en la localidad costera de El Port de Pollença. Desde esta fecha, Anglada comenzará a dedicarse a la plasmación del paisaje insular y al estudio de su flora, tal y como evidencian sus bodegones y trabajos plenairistas, o bien los dibujos anotados donde el autor especifica equivalencias entre colores y pigmentos, todos ellos exhibidos en ‘Del jardín al lienzo’, primera sección expositiva en la que, más allá de lo artístico, se aprecia un rigor científico en la observación de la naturaleza.

Otras fotografías recuerdan cómo en el año 1926 Anglada compró una parcela en el Port de Pollença, la finca El Pinaret, cuyo terreno ajardinó con árboles frutales y cipreses ornamentales, y donde cultivó dalias –su flor favorita–, hortensias, fresas y –suministradas por el cultivador de rosales Pere Dot– una gran variedad de rosas, de las cuales una blanca llevaba su nombre–. Estas imágenes, además de los dibujos y pinturas del lugar, le permitieron seguir recreando sus flores durante el exilio, como demuestra su Columna floral realizada en Pougues-les-Eaux, localidad francesa cercana a Nevers donde residió hasta 1948. Aquí, la presencia de la flor se aproxima más al terreno de lo simbólico que al de la reproducción directa de la naturaleza pues, para empezar, se amalgaman ejemplares que florecen en épocas y lugares muy distintos. A este respecto, la exposición cuenta con un espacio educativo donde se analizan estas cuestiones que, indirectamente, permiten descubrir los gustos del autor y los tipos de cultivo que existieron en su jardín. Precisamente, unos dispositivos de mediación enriquecen la comprensión del papel de la flor en la pintura del artista desde un punto de vista botánico y, también desde una perspectiva museográfica, otro de los aspectos curiosos de la nueva muestra del CaixaForum Palma es la recreación del jardín de Anglada-Camarasa mediante el empleo de césped artificial dentro del propio espacio expositivo.

Escenarios florales

Discípulo de Modesto Urgell, Hermen Anglada-Camarasa se había formado en la Academia de Bellas Artes de La Llotja de Barcelona. Asiduo de Els Quatre Cats, entre 1894 y 1895 se trasladó por primera vez a París donde frecuentaría la Académie Julian y la Académie Colarossi y donde más tarde inició una segunda estancia que se prolongaría desde 1897 hasta 1904. Fueron años de precariedad y privaciones en los que el ambiente postimpresionista y modernista de la capital francesa contribuyó a la conformación de un lenguaje propio que asimiló variadas influencias de toda Europa, incluso de Rusia. Así, las obras que Anglada llevó a cabo por aquel entonces se singularizaron por una captación magistral de la atmósfera nocturna parisina, demostrando una especial predilección por sus escenas callejeras, la vida en los locales de ocio o la iluminación eléctrica. A esta temática se añadirá poco después el tipismo gitano y, fruto de distintos viajes por la Península –en particular el que le llevó a Valencia en 1904–, el costumbrismo local. Lienzos como la mencionada València o Entre las rosas son característicos de aquellos años, en los que la flor sirve de marco ornamental para la representación de la figura femenina, tal y como se pone de manifiesto en el segundo ámbito de la exposición, llamado ‘Escenarios florales’. Concretamente, en Fra le rose [Entre las rosas] –que participó en la Bienal de Venecia de 1907– , una gitana aparece rodeada de varios tipos de rosales, cuyas flores, unas entreabriéndose y otras marchitas, contrastan con la oscuridad del cabello y la tez de la protagonista. Por su parte, los arcos florales de València sobresalen por las grandes dimensiones de sus rosas que, de mayor tamaño que al natural, crean un espacio arquitectónico en constante diálogo con el movimiento de las mujeres en él representadas.

Complementos de la identidad

La muestra del CaixaForum Palma concluye con esta sección, en la que ahora la flor se presenta como elemento decorativo de la indumentaria con que Hermen Anglada-Camarasa representó a las mujeres que retrató desde su estadía en París. Así los motivos florales desempeñan un papel protagonista en el diseño de vestidos, corpiños, faldas, sombreros, mantones de Manila o hasta en el de la misma tapicería sobre la que reposan los personajes femeninos aparecidos en los lienzos del artista, véase la obra El tango de la corona donde, además, las flores contribuyen a reproducir el ritmo de la composición. Al mismo tiempo, la muestra posibilita contemplar ejemplares de estas prendas guarnecidas con motivos florales que integraron la colección personal del artista, con especímenes procedentes incluso de Extremo Oriente. Como complemento a la exposición, se exhiben dos libros de ilustración de flores procedentes de Japón –digitalizados y en vitrina– que ha prestado a la organización la nieta del artista, Silvia Pizarro. Estos volúmenes, junto a las estampas y los álbumes con imágenes de flores de periódicos y revistas creados por el propio Anglada hacen ostensible el interés del pintor por la botánica y, como se ha señalado, le serían indispensables durante el exilio. De acuerdo con su propia nieta,

Al término de la Guerra Civil [Hermen Anglada-Camarasa] se exilió en Francia, donde la imposibilidad de disfrutar de los paisajes de Pollença que tanto añoraba y la dificultad para obtener materiales favorecieron que retomase los temas vegetales. Mi madre recuerda los trayectos de vuelta a casa con su padre, con grandes ramos de flores del jardinero de Pougues-les-Eaux, donde vivían; aquellas flores cortadas, dispuestas en un jarrón, fueron el tema de muchas de sus pinturas, coloristas y decorativas, que ocultan las condiciones en las que fueron pintadas: con la tela instalada sobre una silla, en la habitación donde vivían después de que el ejército alemán le requisase el estudio

Moda angladesca

A pesar de las penurias de sus primeros años, Anglada-Camarasa terminaría alcanzando un gran éxito internacional, inédito entre los pintores españoles desde Mariano Fortuny. Su influencia fue especialmente notable en Italia y entre los artistas rusos, sin olvidar que Anglada fue uno de los primeros artistas nacionales que logró ser reconocido en Estados Unidos y uno de los pocos que creó escuela en América Latina, donde hoy sigue siendo un nombre de referencia: hecho debido en parte a su trabajo en la Academia Vitti de París, adonde acudían muchos artistas estadounidenses y latinoamericanos en busca de formación. Su personal tratamiento del paisaje hace recordar las palabras redactadas por Ramón Pérez de Ayala para el número del 3 de agosto de 1916 del semanario España (recopilado por Florencio Friera Suárez en Ramón Pérez de Ayala: Artículos y ensayos en los semanarios España, Nuevo Mundo y La Esfera, 1986). Así, decía el escritor ovetense, 

(…) A la vuelta de algún tiempo, casi todos verán la pintura de Anglada Camarasa como superpuesta a una zona de la naturaleza, y dirán: ‘Cómo se parece la naturaleza a Anglada Camarasa’. Como también se parecen los jardines a la pintura de Rusiñol, que no ella a ellos. Como se parece un ciprés a una torre gótica, y no a la inversa. Como se parece el rumor de la selva a Wagner, y no al contrario. Como se parece España a Cervantes, y no Cervantes a España. Todo arte, todo artista, crean un trozo inédito e insospechado de naturaleza. Es lo que Oscar Wilde expresaba paradójicamente: ‘En estos últimos diez años, desde que se popularizaron los paisajes urbanos londinenses de los impresionistas, el clima de Londres ha cambiado por completo. Hay unas nieblas de plata, unos efectos de luz y unos cielos que antes no existían, o por lo menos nadie los echaba de ver. También, desde la pintura de los prerrafaelitas el tipo de la mujer inglesa es totalmente diferente’. (Cito de memoria. En substancia, respondo de la exactitud).

Vaticinando además Pérez de Ayala que: 

Estoy viendo que a la naturaleza le va a entrar la manía de vestirse a la moda angladesca, con tisúes, brocados y esplendor, y la comezón de infundir en la carne y en los ojos femeninos esa luz sutil, suprasensible y trascendental, cuyo único manadero fluye de la retina miope y soñadora de Anglada Camarasa.

En conclusión, el CaixaForum Palma continúa la labor de la entidad a la hora de difundir el arte de los siglos XIX-XX como fundamento de la sensibilidad contemporánea y, de forma particular, cumple su misión de preservar la memoria y patrimonio del pintor Hermen Anglada-Camarasa, cuyo espacio permanente en Mallorca se transforma de forma periódica e innovadora. En esta ocasión, la comisaria Arola Valls invita al público a participar del universo personal de Anglada-Camarasa en una interesante muestra que brinda ‘una nueva manera de leer su obra, una nueva manera de conocer la cantidad de registros que el artista va a llegar a desarrollar y una nueva manera de descubrir las flores’.

El Jardín de Anglada-Camarasa
Desde el 3 de noviembre de 2022 hasta el 25 de agosto de 2024
CaixaForum Palma
Más información en: www.fundacionlacaixa.org